Pedro
G. vendía periódicos, revistas y libros en un kiosco de su
propiedad. Su edad cincuenta y ocho años. Casi toda su vida la había
dedicado a esa actividad. Aprovechaba sus momentos libres para leer.
Un día decidió visitarme y me dijo que él nada podía hacer por sí
mismo para lograr mayores ingresos, pero confiaba que yo podía
ayudarlo. Le dije: ¨Dios te ayudará, pero si tú mismo haces
la diligencia¨ . Le dí más orientaciones. Según me comentó
Pedro, se le despejó la mente y decidió distribuir al por mayor
libros, periódicos y revistas, con lo cual sus ganancias se han
multiplicado.
Otro caso que demuestra que a cualquier edad es posible superarse y
lograr el éxito.
JOSÉ
FARID H.
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