Como
dijo Lama Tsongkapa, ahora
disfrutamos de una ocasión excepcional al haber obtenido el
renacimiento humano perfecto; esto es algo difícil de obtener y a la
vez muy fácil de perder. Por ello, hemos de aprovechar esta ocasión
y utilizarla de un modo significativo y valioso. Este renacimiento
humano perfecto se llama así porque consta de dieciocho cualidades;
ocho libertades que nos hacen posible la práctica y diez dones o
condiciones favorables para esta práctica. Así pues, se trata de
utilizar esas cualidades de un modo significativo. No podemos
utilizar este renacimiento para obtener los placeres inmediatos de
esta vida sino que debemos tener en cuenta también las vidas
futuras. Con este cuerpo humano tenemos todas las posibilidades y
podemos obtener todo aquello que nos propongamos; no tan sólo
cubrir las necesidades o satisfacciones inmediatas. Es por ello que
se habla de que este renacimiento humano es mucho más valioso que la
lámpara que concede todos los deseos. Si tuviéramos esa lámpara,
en el mejor de los casos, nos resolvería los problemas inmediatos de
esta vida, sin embargo, con el renacimiento humano perfecto podemos
obtener mucho más, podemos alcanzar también la felicidad en las
vidas futuras, y si lo utilizamos adecuadamente, siguiendo una
práctica espiritual correcta, conseguiremos desarrollar nuestro
continuo mental pasando a estados de mayor felicidad e incluso
alcanzar la iluminación.
Especialmente
en esta época degenerada, la práctica espiritual puede ser más
efectiva y más poderosa, pudiéndose alcanzar la iluminación
incluso en una sola vida. Si empleamos el nacimiento humano para la
práctica espiritual iremos aumentando la felicidad. Esto será
visible en esta vida presente, pudiendo alcanzar los diferentes
niveles espirituales y así transmigrar a una tierra pura como
Shambala u otras. Y por consiguiente, iremos purificando nuestro
continuo mental hasta alcanzar el estado de un buda. Si disponemos de
este renacimiento en el presente, necesitamos utilizarlo
adecuadamente, ya que de no hacerlo no obtendremos ningún resultado
satisfactorio. Además, lo que es seguro es que la muerte es algo que
tendremos que experimentar en un momento u otro y no tenemos certeza
alguna del tiempo que nos queda de vida. Actualmente no tenemos
ninguna seguridad del tiempo que vamos a vivir, es posible que nos
quede poco tiempo o tal vez más. Puede ser que dentro de cincuenta
años no quede ninguno de nosotros con vida o puede ser que muramos
antes, incluso hoy mismo. En cualquier caso no tenemos ninguna
certeza de cuando vamos a morir, pero sí de que moriremos. No
tenemos ningún ejemplo de nadie que haya podido sobrevivir a la
muerte. Todo aquel que ha nacido debe irremediablemente morir,
Podemos investigar en la historia de la humanidad; no importa lo
famosas que fueron las personas que por ella pasaron, o el desarrollo
espiritual que alcanzaron, todas ellas tuvieron que experimentar la
muerte. El mismo Buda,
lama Tsongkapa, Milarepa,
cualquier yogui que podamos recordar, todos tuvieron que abandonar el
cuerpo.
No
obstante, con la muerte no se acaba todo. Cuando ésta ocurra,
tendremos que experimentar otro renacimiento porque ésta no es la
última vida. El futuro renacimiento tendrá que ser necesariamente
afortunado o desafortunado y cuando suceda la muerte ya no habrá
elección.
El
que sea bueno o malo no dependerá de nuestra elección, sino de la
fuerza del karma anterior,
es decir, de las acciones que hayamos creado previamente. Si éstas
son positivas nos llevarán a tomar un renacimiento humano o superior
y si son negativas, un renacimiento inferior.
Si
investigamos profundamente en nuestras acciones, en nuestra vida y
conducta, podremos ver que la mayor parte de ellas se dirigen hacia
el lado negativo. Si el karma es negativo nos arroja a renacer en
estados inferiores teniendo que experimentar las insatisfacciones y
el sufrimiento derivados de ello. Así si tomamos un renacimiento en
estados infernales tendremos que padecer los sufrimientos de dichos
estados tales como ser quemados, etc., si renacemos en un estado de
preta pasaremos por los sufrimientos de los mismos que son el padecer
hambre y sed, y si renacemos como animales tendremos que sufrir las
penalidades típicas del reino animal.
Si
el karma nos lleva a conseguir un renacimiento en estados superiores,
aun cuando las condiciones sean mucho mejores que en los reinos
inferiores, no por ello habremos obtenido una cesación de la
insatisfacción y del sufrimiento. Así por ejemplo, si renacemos
como humanos estaremos sometidos a las insatisfacciones
características de los humanos tales como el hecho de nacer, la
enfermedad física y mental, el envejecimiento, la muerte, el no
poder satisfacer todos nuestros deseos y esperanzas, el encontrarnos
una y otra vez con situaciones desagradables, etc. En cualquier caso,
mientras uno renazca en samsara
siempre tendrá que experimentar algún sufrimiento o insatisfacción.
Si
renacemos en otros estados superiores como en el de los asuras,
antidioses o titanes,
también tendremos que experimentar distintos sufrimientos y
penalidades, tales como las disputas entre unos y otros, o el tener
que morir en estas disputas. Incluso si nacemos como un dios de larga
vida, Todavía tendremos que esperar el sufrimiento que supone
reconocer los signos de la muerte, y esto es especialmente doloroso,
al llevar una vida muy placentera.
Comprendiendo
pues, que mientras se renazca en samsara no habrá una verdadera paz,
uno debe generar una fuerte renuncia a él y desear verse libre de
dicha situación, pero este deseo no debe limitarse a uno mismo, no
es suficiente hacerlo así, por lo que deberemos abarcar en nuestro
deseo a todos los seres, porque todos ellos tienen una relación con
nosotros aunque aparentemente no nos lo parezca. Todos ellos han
estado relacionados con nosotros en vidas anteriores y fueron muy
benevolentes y bondadosos con nosotros, lo que ocurre es que debido
al trauma de la muerte y del nacimiento no recordamos esta relación
previa, sin embargo, todos ellos tuvieron una estrecha relación con
nosotros en vidas anteriores.
A
pesar de que no reconozcamos la relación que hemos tenido con todos
los seres anteriormente, podemos considerar el caso de nuestra madre
actual, la madre que nos trajo a esta vida y aunque la reconozcamos
como madre ahora, cuando renazcamos en la próxima vida no podremos
hacerlo. Pues bien, este mismo pensamiento debe hacerse extensivo a
todos los seres, todos ellos fueron nuestras madres en vidas previas,
a pesar de que ahora no lo recordemos.
Por
ello, recordando la bondad de todos los seres con nosotros, debemos
generar hacia ellos dos intenciones; la del amor y la de la
compasión.
El
amor es el deseo de conseguir felicidad para todos ellos y la
compasión es el deseo de verlos libres de todo sufrimiento e
insatisfacción, es el deseo de hacer algo para liberarlos de todos
estos sufrimientos.
Este
amor y compasión han de generar lo que se llama la actitud superior,
que es la de tomar la responsabilidad de liberar a todos los seres de
sus sufrimientos. Del mismo modo que si nuestra madre se encontrara
en dificultades, padeciera una enfermedad o tuviera cualquier otro
problema haríamos todo lo posible para ayudarla y sería además
nuestra responsabilidad hacerlo. Viendo que todos los seres que
fueron nuestras madres se encuentran en dificultades, debemos generar
la actitud de ayudarles y tomar la responsabilidad de hacer algo para
que se liberen de ellas.
Habiendo
tomado la responsabilidad de ayudar a liberar a todos los seres,
debemos investigar si uno posee las condiciones y capacidad para
hacerlo. Entonces se descubre que no es así; uno verá que no es
capaz de ayudar a todos los seres, ni tan sólo a uno de ellos; ni
siquiera a veces es capaz de resolver sus propios problemas.
Así,
investigando, se intenta buscar a alguien que realmente posea esta
capacidad de ayudar. Puede verse que incluso los bodisatvas
y arjats,
seres muy desarrollados espiritualmente y que tienen una gran
capacidad para ayudar a los demás, no pueden, no tienen la capacidad
plena para hacerlo. Continuando este análisis se descubrirá que
sólo las Tres
Joyas
tienen la capacidad completa de poder ayudar a los demás. El
Buda
tiene la posibilidad total de ayudar a los demás porque posee una
mente omnisciente
y puede ayudar a los seres según sus deseos, propensiones o carácter
y así una sola palabra del Buda
puede adaptarse a todas las condiciones, a todas las predisposiciones
de los seres. Es por esto que se dice que el Buda
tiene la habilidad completa, el poder total para ayudar
instantáneamente a todos los seres.
Así
pues, vemos que el Buda,
por estar él mismo libre de todos los problemas y poseer la mente
omnisciente
tiene la capacidad plena de ayudar a todos. Sin embargo, nosotros
mismos, aunque ahora no seamos budas, podemos llegar a desarrollar
esta misma capacidad. Con la práctica espiritual podremos purificar
y desarrollar nuestro continuo mental y así alcanzar el estado de la
budeidad,
pues el mismo Buda
tampoco lo fue siempre. Al principio era un ser ordinario y por medio
de la práctica espiritual llegó a serlo. Del mismo modo lo podemos
hacer nosotros, ya que tenemos la condición perfecta para ello,
poseemos el renacimiento humano. Por tanto, aplicando el método
adecuado podremos obtener el estado de buda, y el mejor método para
obtenerlo es a través de la práctica mahayana,
de la cual hemos tenido la fortuna de recibir enseñanzas que se
mantienen puras y completas por la sucesión de maestros que nos las
han traído hasta hoy y que han sido clasificadas y clarificadas por
el
Lama Tsonkapa
y otros maestros.
Por
todo ello, la motivación para desear alcanzar la budeidad
no debe ser únicamente para nuestro propio beneficio sino que debe
incluir el beneficio de todos.
LAMA LOBSANG.TSULTRIM.
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