A
menudo los falsarios y embaucadores tienden a asociarse. Éste
es el caso de tres falsos maestros que se habían unido para apoyarse
unos a otros con sus respectivos embustes y explotar
a los incautos. Con sus túnicas de primorosa seda, sus lenguas y
respetables barbas y sus conocimientos de las Escrituras, eran
capaces de deslumbrar a las gentes sencillas y así conseguir dinero,
celebridad y poder. Uno de ellos aseveraba
que había hallado el elixir de la inmortalidad, y que un día se
decidiría a compartirlo con los demás; el
segundo
aseguraba
que era capaz de levitar y que les mostraría tal proeza a aquellos
aspirantes espirituales que realmente se lo merecieran; el
tercero afirmaba
ser un formidable clarividente y ver todos los peligros que ocultaba
el futuro. De este modo, estos charlatanes se aprovechaban sin ningún
escrúpulo de la ingenuidad de sus devotos y conseguían pingües
beneficios. Pero el destino es insondable e
impredecible, y antes o después demuestra su inexorable poder.
Para
evidenciar aún más su santidad, los tres supuestos maestros
anunciaron a bombo y platillo una larga peregrinación a pie y se
pusieron en marcha. Iban por un camino serpenteante, bordeando un
profundo precipicio, cuando se produjo un desprendimiento de tierra y
cayeron al abismo encontrando la muerte. El clarividente nada había
visto, el que podía levitar no flotó en el aire y el que había
conseguido la pócima de la inmortalidad fue el primero de ellos en
morir. Ninguno de los tres pícaros pudo burlar el destino.
REFLEXIÓN
Desafortunadamente,
proliferan los falsos guías espirituales, en busca de poder y
riquezas. Así han surgido, desde hace años, tanto en Oriente como
en Occidente, falsos maestros que se dedican a embaucar a buscadores
de buena fe que no han desarrollado lo suficiente su discernimiento
para desenmascararlos o que tienen tanta necesidad de ser guiados que
no distinguen entre el mentor honesto y el deshonesto. Esos falsos
maestros recurren a toda suerte de artimañas para engatusar a sus
devotos. Son charlatanes sin escrúpulos y, como no exigen verdadera
disciplina ni esfuerzos de autorrealización por parte de aquellos y
saben embaucarlos, consiguen un gran número de ellos, que no ponen a
prueba al preceptor. Sacan al devoto de su jaula
para introducirlo en la suya; para
eso es mucho mejor seguir en la propia cárcel. Tienen
un ego desmedido, un ego-rascacielos.
El gran santo y yogui de la India era muy crítico al respecto y
decía: ¨Las personas con un poquito de poder
oculto consiguen cosas como nombre o fama. Muchas
de ellas quieren la profesión de gurús, ganar el reconocimiento de
la gente y hacer discípulos y devotos. La
gente dice de tal gurú: ¨¡Ah, le va muy bien!
¡Cuánta gente le visita! Tiene muchos discípulos y seguidores. Su
casa luce bien, amueblada y decorada. La gente le lleva regalos.
Tiene un poder tal que puede dar de comer a muchas personas si lo
desea¨. La profesión
de maestro se parece a la de una prostituta. Es la
venta de uno mismo por bagatelas tales como dinero, honor y
comodidades materiales¨.
Desarrolla
el entendimiento puro y no dejes de poner a prueba al maestro. Si
tanta necesidad de maestro tienes dicen los yoguis- conviértete tú
mismo en tu maestro. Nisargadatta aseveraba:
¨Tú eres tu último maestro. Tu maestro exterior no es más que una
señal indicadora. Sólo el interior seguirá
contigo a lo largo de todo el camino hacia la meta, porque él es la
meta¨.
RAMIRO
A. CALLE.
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