EL
ORIGEN DEL MIEDO
El
estado de miedo psicológico está divorciado de cualquier peligro
real e inmediato. Puede adoptar diversas formas; desazón,
preocupación, ansiedad, nervios, tensión, temor, fobia, etc. El
miedo psicológico del que hablamos siempre se refiere a algo que
podría ocurrir, no a algo que ya está ocurriendo. Tú estás en el
aquí y ahora, mientras que tu mente está en el futuro. Esto crea
una brecha de ansiedad. Y si te has identificado con tu mente y has
perdido el poder y la simplicidad del ahora, esa brecha de ansiedad
será tu constante compañera. Siempre puedes afrontar el momento
presente, pero no puedes afrontar algo que sólo es una proyección
metal; no puedes afrontar el futuro.
Además,
mientras sigas identificándote con tu mente, el ego
dirigirá tu vida. Debido a su naturaleza fantasmal, y a pesar de sus
elaborados mecanismos de defensa, el
ego es muy vulnerable e inseguro, y se siente amenazado
constantemente. Por
cierto, esto sigue siendo verdadero aunque externamente esté muy
seguro. Ahora bien, recuerda que una emoción es
la reacción del cuerpo a la mente. ¿Qué
mensaje recibe continuamente el cuerpo desde el ego, desde ese falso
yo fabricado por la mente?; peligro,
estoy amenazado. ¿Y qué emoción genera este
mensaje continuo?: miedo,
por supuesto.
El
miedo parece tener muchas causas: miedo a la pérdida, miedo al
fracaso, miedo a que nos hieran, y así sucesivamente; pero, en
definitiva, todos los miedos pueden resumirse en el miedo del ego a
la muerte, a la aniquilación. Para el ego, la
muerte siempre está a la vuelta de la esquina. En estado de
identificación con la mente, el miedo a la muerte afecta a todos los
aspectos de tu vida.
Por
ejemplo, algo tan aparentemente trivial y ¨normal¨ como la
necesidad compulsiva de tener razón en una discusión y demostrar
que el otro está equivocado -defender la posición mental con la que
te has identificado- se debe al miedo a la muerte. Si te identificas
con una posición mental y resulta que estás equivocado, tu sentido
de identidad, basado en la mente, se sentirá bajo una seria amenaza
de aniquilación. Por
tanto, tú, como ego, no puedes permitirte estar equivocado.
Equivocarse es morir. Esto ha motivado muchas guerras y ha causado la
ruptura de innumerables relaciones.
Cuando
dejas de identificarte con la mente, el hecho de tener razón o estar
equivocado es indiferente para tu sentido de identidad; de modo que
esa necesidad compulsiva, apremiante y profundamente inconsciente de
tener razón, que es una forma de violencia, deja de estar presente.
Puedes expresar cómo te sientes y lo que piensas con claridad y
firmeza, pero tal expresión no estará teñida de agresividad ni
actitud defensiva. Tu sentido de identidad deriva entonces de un
lugar más profundo y verdadero dentro de ti, no de la mente.
ECKART
TOLLE.