domingo, 24 de enero de 2016

ACORDE FINAL.


  Es necesario decir algo más acerca de los frutos poéticos de estos años. En uno de los proyectos de ordenación de la obra última, cuyo original se conserva en el archivo de Río Piedras, Juan Ramón había concebido un título general -En el otro costado- que abarcaría cinco apartados, distribuidos en este orden; 1. Mar sin caminos; 2. Canciones de La Florida; 3. Espacio; 4. Romances de Coral Gables; y 5. Caminos sin mar. Es evidente la agrupación simétrica del conjunto; al primer bloque (Mar sin caminos) se opone el último (Caminos sin mar); las afinidades de marco y de tema emparejan los bloques 2 y 4. Queda en el centro, señero e impar, el poema Espacio, destacado por su posición y también por sus especiales características. Porque Espacio es no sólo el último gran poema de Juan Ramón Jiménez, sino una feliz síntesis de toda la obra madura del poeta. Se trata de un largo poema en prosa en el que, con mayor evidencia que en otros casos, la deliberada renuncia a las formas métricas no disminuye en un ápice el carácter poético del texto. Dicho de otro modo y más tajantemente: Espacio es uno de los más grandes poemas en prosa de nuestra literatura.
Las muestras de poema en prosa ensayadas en Diario de un poeta recién casado, e incluso las estampas líricas de Platero y yo, parecen meras tentativas si se confrontan con la originalidad, la plenitud y la asombrosa fuerza que emanan de Espacio. El texto fluye libremente, sin interrupciones, en una especie de monólogo sin fin donde las palabras van engarzándose, creando asociaciones, fundiendo planos cronológicos distintos en un presente único que equivaldría a la visión de Dios. Los recuerdos, las evocaciones literarias, la nostalgia de la vida pasada y revivida, la búsqueda de constantes que anulen las variaciones contingentes del ser humano y coloquen la existencia bajo una luz única son algunos de los motivos que sostienen esta extraordinaria creación poética: El aire ¡era tan puro!; frío no, fresco, fresco; en él venía vida de primavera nocturna, y el sol estaba dentro de la luna y de mi cuerpo, el sol presente, el sol que nunca más me dejaría los huesos solos, sol en sangre y él. Y entré cantando ausente en la arboleda de la noche, y el río que se iba bajo Washington Bridge, con sol aún, hacia mi España por mi oriente, a mi oriente de mayo de Madrid; un sol ya muerto, pero vivo; un sol presente, pero ausente; un sol rescoldo de vital carmín; un sol carmín vital en el verdor; un sol en el negror ya luna; un sol en la gran luna de carmín; un sol de gloria nueva, nueva en otro este; un sol de amor y de trabajo hermoso; un sol como el amor... ¨Dulce como este sol era el amor¨.

El escritor ha concluido; Espacio es el brillante final de su trayectoria, impregnada de fe en la poesía y en la belleza. El hombre, en cambio, sobrevivirá todavía, cercado por las crisis depresivas y las enfermedades, irremediablemente abatido tras la muerte de Zenobia, hasta extinguirse el 29 de mayo de 1958, en la misma clínica de Puerto Rico donde había fallecido su esposa. Pocos días más tarde, los restos mortales de Juan Ramón Jiménez y de Zenobia fueron trasladados a España, y hoy se encuentran en el cementerio de Moguer.

RICARDO SENABRE SEMPERE.

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