Permítele
al cliente que hable de lo que desee y cuanto quiera. No lo
contradigas, ni lo interrumpas. Dale la razón, y con una
sonrisa, preséntale tus puntos de vista, tus razonamientos, aunque
sean contrarios a los de él, pero dándole la impresión de que no
lo estás contradiciendo. Esgrime tus argumentos motivándolo a que
compre. Al hablarle del precio, no le des mucha importancia, pues tú
lo convencerás de que el mismo es muy pequeño en comparación con
la utilidad de su compra.
JOSÉ
FARID H.
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