Un
anciano muy religioso viajaba de un monasterio a otro a lomos de una
mula. El sol era tan implacable y el camino tan largo que sus fuerzas
se debilitaron de tal modo que perdió el conocimiento y cayó de la
montura. Pasaba por allí en esos momentos un bandolero tristemente
célebre por sus muchas fechorías, pero que al contemplar la
situación del viejo se apiadó de él y, cogiéndole entre sus
fornidos brazos, trató de darle un poco de agua. De repente el
anciano volvió en sí y en seguida tomó conciencia de que ese
hombre era el famoso bandolero, por lo que se sintió espantado y
comenzó a gritar:
-¡No,
no aceptaré ni una gota de agua, ya que viniendo de un malhechor
como tú seguro que está envenenada! ¡Quieres matarme y robarme mi
mula, pero no lo conseguirás!
-Te
equivocas -dijo el bandolero-; mi agua es de manantial, pura y
fresca, y te ayudará a reponerte.
-¡No,
no, está envenenada!
-Créeme
anciano -adujo afectuosamente el bandolero-, esta agua es muy sana y
te dará las fuerzas que ahora necesitas.
-¡Te
digo que no la beberé, maldito! Nada bueno puede proceder de ti. ¡No
probaré ni una sola gota!
Y,
negándose a beber, el extenuado corazón del anciano falló y le
sobrevino la muerte.
REFLEXIÓN
El
antiguo y significativo adagio reza: ¨Hasta en la nube
más oscura hay una hebra de luz¨ . La desconfianza sistemática no
es una buena consejera. Cada noche que te acuestes a dormir, confías
en que despertarás... aunque tal vez un día no lo hagas. La mente
renovada y madura es aquella que no se deja condicionar por modelos,
prejuicios o patrones. Vive más en lo que es, libre de suspicacias o
infundadas sospechas, lo que no quiere decir que sea
injustificadamente imprudente. A
menudo todos desarrollamos prejuicios y preconceptos con respecto a
otras personas, hasta tal punto que no le damos la oportunidad de que
nos demuestren su buena fe o disponibilidad si la tienen. Entonces
nos comportamos injustamente y además, en último caso, nos
perjudicamos a nosotros mismos. Hay
que dar un voto de confianza, aunque sea desde la adecuada prudencia,
y así nos lo daremos a nosotros mismos. No debemos dejarnos influir
por ideas dudosas e, incluso si se trata de personas que resultan
sospechosas por su trayectoria, podemos tratar de sopesarlas, aunque
sin dejar de protegernos. Muchas personas
reaccionaron positivamente en esta vida porque recibieron una nueva
oportunidad de hacerlo.
RAMIRO
A.CALLE.
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