Juan
Francisco iba a la Iglesia y escuchaba las prédicas. Poco a poco su
salud fue mejorando y su espíritu también se fortalecía. Un día
cuando escuchó una prédica sobre ¨El amor por nuestros
semejantes¨, decidió practicar esas sabias enseñanzas.
Visitó a su ex-amigo Julio y ante la sorpresa de éste le pidió
excusas por haberlo ofendido. El amigo le respondió que no se
preocupara por eso, que comprendía que debido a su estado alterado
de salud había actuado como lo hizo. De nuevo comenzó una excelente
amistad. Después Julio G., estuvo dispuesto a prestarle dinero a su
amigo para que reactivara sus negocios y además lo asesoró en todo
cuanto le fue posible. Cuando Juan Francisco, varios años después
de lo sucedido me comentó esta experiencia, se había librado
totalmente de sus pensamientos negativos, convirtiéndose en un
próspero comerciante. Me contó que el Poder
Divino obra milagros, si
uno busca su ayuda y protección y además hace la diligencia para
lograr sus metas.
¨LA
ENVIDIA ES UN VENENO DEL ALMA QUE NO DEJA PROGRESAR, NO ENVIDIES A
TUS SEMEJANTES, TRABAJA CON FE, CONVICCIÓN Y VOLUNTAD, DESEA EL BIEN
PARA TODOS Y SERAS FELIZ¨. Al
que trabaja y produce hay que dejarlo trabajar y producir. Hacer lo
mismo, trabajar y
no envidiarlo jamás.
Los
poderes más importantes son los interiores y estos los podemos y
debemos desarrollar.
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JOSÉ
FARID H.
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