Se
querían.
Sufrían
por la luz, labios azules en la madrugada,
labios
saliendo de la noche dura,
labios
partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se
querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se
querían como las flores a las espinas hondas,
a
esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando
los rostros giran melancólicamente,
giralunas
que brillan recibiendo aquel beso.
Se
querían de noche, cuando los perros hondos
laten
bajo la tierra y los valles se estiran
como
lomos arcaicos que se sienten repasados;
caricia,
seda, mano, luna que llega y toca.
Se
querían de amor entre la madrugada,
entre
las duras piedras cerradas de la noche,
duras
como los cuerpos helados por las horas,
duras
como los besos de diente a diente sólo.
Se
querían de día, playa que va creciendo,
ondas
que por los pies acarician los muslos,
cuerpos
que se levantan de la tierra y flotando...
Se
querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía
Perfecto, se querían tan íntimos,
mar
altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad
de lo vivo, horizontes remotos
ligados
como cuerpos en soledad cantando.
Amando.
Se querían como la luna lúcida,
como
ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce
eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde
los peces rojos van y vienen sin música.
Día,
noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas
nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar
o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal,
música, labio, silencio, vegetal,
mundo
quietud, su forma. Se querían,sabedlo.
(La
destrucción o el amor, 1932-1933)
VICENTE
ALEIXANDRE.
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