III
EL
VIAJERO
La
plaza y los naranjos encendidos
con
sus frutas redondas y risueñas.
Tumulto
de pequeños colegiales
que,
al salir en desorden de la escuela,
llenan
el aire de la plaza en sombra
con
la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría
infantil en los rincones
de
las ciudades muertas!...
¡Y
algo nuestro de ayer, que todavía
vemos
vagar por estas calles viejas!
ANTONIO
MACHADO.
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