LVI
En
los auriculares suena In my secret life, Leonardo Cohen
cantaba acompañado de Sharon Robinson. Con una voz femenina a su
lado era como más le gustaba escuchar las canciones de este viejo
judío..., y los pensamientos en la soledad de una nueva noche
buscan, una vez más, cómo pudo ser aquel encuentro.
La
deformación profesional lleva a Umberto a perderse por la extensa
biografía de Lucrecia de Borgia y Leonardo Da Vinci. Está casi
convencido de que había sido en Nepi, con la llegada de la primavera
de aquel 1501. Leonardo a punto de cumplir los cuarenta y nueve años
y Lucrecia veintiuno. Los dos habían nacido un mes de abril. Él ya
era una persona con gran prestigio, sobre todo como ingeniero
militar, en un momento como el Renacimiento italiano, donde la
política de fuerza se aplicaba de forma despiadada.
Pero
seguro que a los ojos de ella pesaban más sus increíbles dotes para
el mundo del arte, como la música. Leonardo fabricó una lira en
plata representando la cabeza de un caballo con la que impresionó a
Lorenzo de Medicis; Vasari escribía: Tenía treinta años y era
único en el arte de tocar ese instrumento¨. ¿Y que decir de la
pintura? Ya había visto la luz La Anunciación,
La Adoración de los Magos, La Virgen de las Rocas, o La Santa Cena.
Ella
debía estar impresionada, sola en el castillo, sin tantas damas de
compañía. Los vestidos por fin sencillos, sin redecillas de finos
hilos de oro en el pelo, sin la presencia de su padre, nada menos que
el Papa, ni de su hermano. Sin nadie de peso y poder que interfiriera
en la comunicación entre ambos. Libres, ella bella y joven, él ya
mayor; pero capaz de ver lo que pocos, un ser especial con una
sensibilidad más desarrollada que cualquier persona que Lucrecia
hubiese conocido hasta ese momento, un genio que ya no tenía lo que
ella, juventud. Mientras Leonardo veía un halo especial que hasta
ese momento no había encontrado en una mujer. ¿Quién
más capacitado que él para captarlo? Debió
sentir que algo se movía en su interior, no le había pasado antes o
no creía que le volviera a pasar, y menos con una mujer, y a su
edad, Duda.
Dos
seres especiales hablando, comunicándose, caminando juntos por las
almenas del castillo. Leonardo siempre observando el paisaje, los
detalles, a ella, al aire que la envuelve, del que pensaba que podía
cambiar el color y el volumen de los objetos, de las personas.
Buscaba, lo analizaba todo, esa aura en torno a Lucrecia, lo expresa
en el óleo aplicando otra innovación suya.
¨El
sfumato¨ .
¨Recordaría
cuando estuvieron el uno frente al otro, cómo se notó flotar, se
sentiría más ligero, esa evocación sería como la de un sueño¨.
Ahora
es Umberto el que sueña con los ojos abiertos.
¨Seguro
que en un momento determinado Leonardo le pidió que se sentara, que
posara, un breve apunte. Llevaba siempre dos cuadernos, uno para el
desarrollo de sus ingenios bélicos, dobles peleas..., inventos...,
Arquímedes siempre en el fondo de sus pensamientos, un genio
admirando a otro genio de 1700 años atrás. Un mundo interior donde
todo eran preguntas... Y el otro cuaderno para recoger los paisajes
por donde pasaba, con los detalles que le interesaban. Mapas con sus
montes, valles, ríos y puentes. Allí anotaba lo que él consideraba
la base de todo; tierra, aire, agua. Y en ese cuaderno hizo un esbozo
de Lucrecia como los que él hacía. Escribía en cualquier lateral,
muchas veces al revés. Anotaba cada uno de los pequeños detalles
para más tarde utilizarlos en sus pinturas, a las que él no daba
gran importancia, con frecuencia las dejaba inacabadas. Pero también
necesitaba dinero y debía aceptar encargos. Se implicaba con
frecuencia en la medida en que podía experimentar con nuevas ideas
acerca de las perspectivas, de los materiales a utilizar. Sin
embargo, cuando fijaba su mente en la búsqueda de alguna explicación
a las innumerables cuestiones que siempre le rodeaban..., atender las
obligaciones de esos encargos se le hacía difícil. La pintura y el
dibujo solo eran un medio como cualquier otro que, en un momento
determinado, necesitaba utilizar¨.
Umberto
sigue pensando que un aire nuevo debió correr por los muros y
almenas de aquella fortaleza donde Lucrecia se había recluido
después del asesinato de su segundo esposo, Alfonso de Aragón, y la
seguridad de que hubiese sido por orden de su hermano César
acrecentaba su pena. Ella amaba a su esposo, no se apartaba de él
para poder protegerlo, con ella delante era posible que no se
atreviera, pero también de eso dudaba. Como media Roma, tenía la
sospecha de que César estaba detrás del asesinato de otro de sus
hermanos, Juan Borgia, tres años antes. César era capaz de todo.
Lucrecia salió en su busca para hablar, para rogarle por la vida de
su esposo, y aprovecharon esa ausencia para asesinarlo.
César
no se lo pensaba dos veces, estaba celoso de Alfonso, un hombre
educado. Quedó impresionado por su figura desde que le conoció,
mientras que en él cada vez se veían más las huellas que iba
dejando la sífilis en su físico.
¿Estaba
enamorado César Borgia de su hermana Lucrecia como nos hace creer
toda la leyenda y literatura posterior? Umberto piensa que César
solo se quería a sí mismo, no quería a nadie que le hiciese
sombra. Era capaz de todo por el
poder, como tantos. Solo hay que mirar alrededor, a los políticos de
hoy en día. El hombre no ha cambiado tanto, y los que ambicionan el
poder..., menos.
Rodrigo
Borgia, o lo que es igual, el Papa Alejandro VI
, utilizó a su familia, a sus hijos, para
mantener y acrecentar sus dominios. Con Lucrecia consiguió alianzas
políticas a través de sus matrimonios. A César lo nombró Capitán
General del Vaticano y acertó, dio rienda suelta a su espíritu
militar invadiendo y anexionando territorios al estado; Forli,
Faenza, Imola, Pesaro, el ducado de Urbino. Entró
triunfante en las ciudades que conquistó, fue aclamado, querido,
admirado como político, como administrador. Adquirió fama de hombre
justo, modelo para Nicolás Maquiavelo, que lo conoció y se inspiró
en su figura para escribir El Príncipe.
Salvo
su final, triunfó en todo lo que se propuso. Unificó los pequeños
estados de la Italia central en el Gran Ducado de la Romaña.
El
Papa reforzó el Estado Pontificio, estaba orgulloso de su hijo, y
ante ese vendaval de constantes éxitos Lucrecia solo podía
acompañar. ¿Quién se atrevería a decir ¨no¨?
¿Fue un ser débil? Al menos no tan fuerte como su hermano y su
padre.
Hay
que tener en cuenta que con veinte años ella había tenido dos
maridos por decisión de su progenitor y,
después, estaba la leyenda que corrió como la pólvora por toda
Roma provocada por Giovanni Sforza, su primer marido, con el que se
casó cuando ella tenía solo trece años y del que su padre la
obligó a separarse.
Llevaban más de tres años de matrimonio y reclamaron su nulidad
porque no se había consumado -impotencia coeundi-.
Giovanni
Sforza reaccionó proclamando a los cuatro vientos el incesto
de su esposa Lucrecia y, al pueblo, ya se sabe que le falta tiempo
para recoger esta clase de habladurías. Aunque
en honor a la verdad, a Giovanni Sforza no se le puede achacar del
todo la culpabilidad del bulo, fue más bien un
equívoco, pero que le vino como anillo al dedo. Lucrecia
hizo llegar a su primer esposo la información de que César planeaba
asesinarle. Después de pensárselo mucho, Giovanni Sforza se dirigió
al despacho de César para hablar con él, y lo que se encontró fue
a los hermanos César y Juan Borgia discutiendo. Se
escondió y escuchó la conversación, se estaban acusando mutuamente
de incestuosos. Nada mejor para defenderse de la acusación de su
falta de virilidad, de su impotencia u, de camino, poner al pueblo en
contra de los que le atacaban. Pero
la realidad era que tanto César como Juan Borgia, los dos, con quien
mantenía relaciones en secreto y sin enterarse hasta aquel momento
era con la esposa de su otro hermano, Jofré Borgia. Así se lo hizo
saber la protagonista de esas relaciones extramatrimoniales, Sancha
de Aragón, al segundo esposo de Lucrecia, Alfonso de Aragón, un día
antes de la boda de este. Se lo dijo para que se quedara tranquilo
respecto a todas aquellas habladurías que circulaban sobre su futura
esposa. También lo hizo porque al que se lo estaba confesando era su
hermano.
Umberto,
a pesar de ser profesor de Historia, todo esto lo sume en un
laberinto de datos que termina distrayéndole de lo que busca,
y es que la historia, depende de quien la escriba, puede ser una u
otra bien distinta. Él sabe
mejor que pocos que los gobernantes hacen que estos libros que
recogen el pasado de los países estén más llenos de mentiras que
de verdades. Por lo general, con el paso de los años son medias
verdades acordadas, siempre enrevesadas para explicar lo
inexplicable. Y la realidad, no las historias inventadas, es
que cuando Lucrecia Borgia se marcha a Ferrara para casarse por
tercera vez con solo veintiún años, lejos del poder de su padre,
que poco tiempo después moriría, aparece una mujer amante del
teatro; mecenas de pintores como Tiziano; habla y
escribe perfectamente francés, italiano, latín, griego y español.
Es una hábil administradora y su corte es una referencia para toda
Europa.
El
padre y el hermano se comportaron como todos los gobernantes de la
época, además con éxito, ya que derrotaron e hicieron desaparecer
a gran parte de la nobleza que oprimía al pueblo, ampliaron los
dominios centralizándolos en Roma, y pusieron los primeros pilares
para la formación de la actual Italia.
¿Qué
era lo que buscaba Umberto? -conscientemente, corroborar las palabras
de su hijo; ¨Lucrecia Borgia es la Gioconda¨. Pero,
inconscientemente, los otros comentarios del pequeño Di Rossi habían
prendido también
; ¨Le transmitía nuevas sensaciones¨.
¨¿La
única mujer de la que se pudo enamorar Leonardo da Vinci? Es muy
posible, ella fue el máximo exponente femenino del Renacimiento¨.
Para
Leonardo no era una modelo cualquiera, no, ¨¡cómo captó su
aura!¨.
¨¡El
aura, el sfumato! ¡Maldita sea! ¡Estaba ante la mujer más deseada
de la época y Paolo se ha dado cuenta!¨.
¨El
puñetero¨, pensó Umberto.
Una
vez más se había dado cuenta de la esencia de las cosas, en este
caso, de la particularidad de la relación entre la modelo y el
pintor, sin conocer su biografía ni su historia. Eso era lo que
necesitaba captar él, pero
también sabía que eso, fuera lo que fuese, se
tiene o no se tiene, se nace con ello, no te lo enseñan en ningún
sitio, y sabe que él no tiene ese sexto sentido. Así que necesitaba
algo físico y tangible que le pruebe que existió el encuentro.
¨¿Qué
pudo significar para Leonardo, a sus cuarenta y nueve años, una
presencia como la de Lucrecia aún con veinte?¨ .
¨¿Dudó
en ese momento sobre su condición y tendencia sexual que había
tenido clara durante toda su vida?¨.
La
cabeza de Umberto no para. Está documentado que el 18 de abril de
1476 se presentó denuncia por sodomía consumada del joven de
diecisiete años Jacopo Saltarelli. En la Florencia de la época, la
homosexualidad era tolerada, pero un asalto de estas características
estaba penado con la muerte en la hoguera. Junto con Leonardo da
Vinci, que acababa de cumplir veinticuatro años tres días antes,
fueron imputados otros dos jóvenes más, Bartolommeo di Pasquino y
Leonardo Tornabuoni, y fue la implicación de este último y su
relación familiar con los Médicis lo que jugó a favor del grupo, y
a que el 7 de junio de aquel año se archivara la denuncia y los
imputados fueran absueltos.
Fuera
como fuese, es el mismo Francesco Melzi, su discípulo, el que le
acompaña de por vida desde que lo conoce en 1506 con quince años,
su principal heredero, quien escribió que los
sentimientos de Leonardo hacia él eran ¨amorosos y apasionados¨.
¨1506.
Se da por cierto que La Gioconda está pintada entre 1503 y 1506,
dicen los expertos que como mínimo tardó tres años en pintar el
cuadro. Hasta esa fecha, Leonardo tuvo una relación con su
discípulo, Gian Giacomo Caproti, al que llamaba Salai o Salaino
-diablillo-, lo describe como ¨ladrón, embustero, obstinado,
glotón¨ y, a pesar de ello, es condescendiente siempre con él.
Entró
a sus servicios con solo diez años, en 1490, por lo tanto era de la
misma edad que Lucrecia. Esto es importante. Pero
aquel joven lo que reunía eran los cánones de belleza masculina
ideales de la época, y así lo apreció Leonardo. Es el modelo que
le sirve para pintar a San Juan Bautista, y en 1506, o sea, cuando
Salai tiene veintiséis años, entra otra persona en su relación,
Melzi, de quince años. Los celos por parte de Salai debieron ser
tremendos. Pero ¿qué
ocurre? ¿Su joven diablillo ya no le llena? ¿O tiene unas dudas que
busca deshacer con Melzi? ¿Cuáles eran esas dudas? ¿Que seguía
recordando a Lucrecia?¨ .
Umberto
vuelve sobre sus pensamientos: ¨1506. Se da por cierto que La
Gioconda está pintada entre 1503 y 1506, dicen los expertos que
como mínimo tardó tres años en pintar el cuadro... Efectivamente,
la técnica que utilizaba era muy lenta, por capas, había que
esperar a que secase cada una para poder continuar; pero entonces...,
aquí hay un fallo. Los expertos de la Universidad de Heidelberg
dicen que encontraron la anotación de Agostino Vespucci sobre el
cuadro, y la sitúan... en octubre de 1503. ¡¿Cómo, si lo acababa
de comenzar a pintar?! ¡Hasta 1506 como mínimo no estaría
terminado!¨.
Umberto
está concentrado pensando. Solo hay dos posibilidades, o bien
existió otro cuadro que retratara realmente a Lisa Gherardini, o el
cuadro se comenzó a pintar antes. Si fue a continuación del
encuentro en 1501, lo más lógico, para 1503 sí estaría muy
avanzado, lo suficiente como para que Agostino Vespucci se hiciera
eco de ello. Pero si es así, ¿por qué se consulta la verdadera
identidad de Lucrecia?
Una
sonrisa se dibuja en el rostro de Umberto, conoce un poderoso motivo.
El Papa Alejandro VI fallece unos meses antes, concretamente en
agosto de 1503, y muere envenenado. También en septiembre es
encarcelado César Borgia en el castillo de Sant Angelo por Pío
III...
¨¿Actuaba
a las órdenes del enemigo de los Borgia?¨ .
...que a
su vez muere sospechosamente a los veintitrés días de su
designación como Papa.
¨¡Julio
II! ¡Esto es obra de Julio II!¨ .
Para
Umberto está claro, Los Papas eran más que
jefes de Estado, con todo el poder sobre el cuerpo y el alma de los
seres humanos que habitaban sobre la tierra.
¨Eran
verdaderos déspotas, como todos los gobernantes de la época; pero,
además, este, un asesino. ¡¿El Papa, Julio II, un
asesino en serie?!¨.
Umberto
busca en Wikipedia. ¨Aquí está: ¨...el cónclave reunido en 1503
para elegir al sucesor del Papa Alejandro VI estaba dividido entre
dos candidatos; el cardenal Georges d´Amboise, apoyado por César
Borgia, y el cardenal Giuliano Della Rovere, el futuro Papa Julio II
. Para evitar que las discusiones se prolongara se decidió un
candidato de compromiso que resultó ser Todeschini, quien adoptó el
nombre de Pío III en honor a su tío¨.
Más
abajo ve la fecha del fallecimiento: 18 de octubre de 1503, a los
veintitrés días de su designación como Papa, posiblemente
envenenado.
Umberto
está alterado.
¨¡Detrás
de todo esto está Julio II, era sobrino del Papa Sixto IV, al igual
que Alejandro VI, que era el sobrino del Papa Calixto III! Aquí
también hay una lucha más que personal, ¡es un enfrentamiento de
castas, de familias!¨.
Umberto
anota la lista de Papas de la época y lo ve claro:
Desde
|
Hasta
|
Papa
|
Nombre
propio
|
Lugar
nacimiento
|
1455
|
1458
|
Calixto
III *
|
Alfonso
de Borja(Borgia)
|
Canals
(España)
|
1458
|
1464
|
Pío
II
|
Eneas
Silvio Piccolomini
|
Siena
|
1464
|
1471
|
Pablo
II
|
Pedro
Barbo
|
Venecia
|
1471
|
1484
|
Sixto
IV
|
Francisco
Della Rovere
|
Savona
|
1484
|
1492
|
Inocencio
VIII
|
Juan
Bautista Cibo
|
Génova
|
1492
|
1503
|
Alejandro
VI *
|
Rodrigo
de Borja (Borgia)
|
Xátiva
(España)
|
1503
|
1503
|
Pío
III
|
Francesco
Todeschini Piccolomini
|
Siena
|
1503
|
1513
|
Julio
II
|
Giuliano
Della Rovere
|
Savona
|
1513
|
1521
|
León
X
|
Giovanni
di Lorenzo de Medici
|
Florencia
|
Marca con
un asterisco a la familia Borgia, procedentes del Reino de Valencia,
España; y con una mano a la familia Della Rovere, procedentes de
Savona.
Después,
teclea ¨Julio II¨ en Wikipedia:
¨Ascenso
al poder: Della Rovere tenía un gran rival en el seno del colegio
cardenalicio, el cardenal Rodrigo Borgia, más tarde Papa Alejandro
VI (1492-1503) a la muerte de Inocencio VIII¨.
¨El
enfrentamiento viene de lejos¨. Continúa leyendo:
¨Della
Rovere, que también aspiraba a ser Papa, acusa a Borgia de haber
sido elegido mediante simonía y gracias a un acuerdo secreto con el
cardenal Ascanio Sforza. Tras esta disputa, se refugia de la ira de
Alejandro VI en Ostia y meses más tarde marcha a París, donde
incita al rey Carlos VIII (1483-98) a intentar la conquista de
Nápoles. Acompañando al joven rey en su campaña militar, entra con
él en Roma y trata de convocar un concilio que investigue las
acciones del Papa Alejandro VI y, eventualmente, lo deponga. Sin
embargo, el Papa Alejandro se había ganado el favor de un ministro
del rey francés, Briconnet, al ofrecerle la dignidad de cardenal,
con lo que consigue detener las maquinaciones de su enemigo¨.
Más
adelante:
¨Alejandro
VI muere en 1503..., se especula que pudo ser envenenado. Su hijo
César Borgia, también cae enfermo por esas fechas. El cardenal
Piccolomini de Siena es consagrado como nuevo Papa bajo el nombre de
Pío III, aunque Della Rovere no apoya esta candidatura. De cualquier
forma, el anciano Piccolomini fallece poco después¨.
¨Aquí
está, el 18 de octubre de 1503¨; ¨Della Rovere es elegido Papa
bajo el nombre de Julio II el 31
de octubre de 1503 en el cónclave más breve de la historia,
de tan solo unas pocas horas de duración. Obtuvo 35 de los 38 votos
posibles, incluidos los de los 11 cardenales españoles¨.
Umberto
subraya la fecha y el importante detalle de que se trata del cónclave
más breve que jamás se haya producido.
¨Del
18 de octubre al 31 que es elegido hasta por los cardenales
españoles, trece días de terror que se debió de extender por toda
la sociedad de la época. ¡Dios, octubre de 1503! ¡La misma fecha
que los expertos alemanes de la Universidad de Heidelberg dicen que
anota Vespucci que la protagonista del cuadro es Lisa Gherardini!¨.
Umberto
no puede evitar pensar que la coincidencia de fechas es más que
sospechosa. En ese momento, el apellido Borgia esta perseguido por
Julio II, que tras muchos años intentándolo por fin había llegado
al poder.
¨El
cónclave más breve de la historia, ¡cómo lo debían de temer
todos! Mandó clausurar los Apartamentos Borgia, ricamente decorados
por Pinturicchio, permanecieron cerrados más de cuatrocientos años.
Se enfrentó y excomulgó a Alfonso de Este, marido ya de Lucrecia
Borgia...¨.
¨El
pasado al servicio de los Borgia podía hacer que Julio II se
interesara por quién era la protagonista del cuadro que estaba
pintando Leonardo. Si no, ¿a qué viene que el funcionario
florentino apunte en el margen de un libro que Leonardo esta pintando
a Lisa Gherardini? ¿Para recordar su nombre? ¿Por qué? ¿Tenía
que informar a alguien y no quería que se le olvidase?¨.
Ahora
comprende por qué Leonardo ocultó la identidad de la verdadera
protagonista del cuadro, también que debió de ser enorme la
impresión que le causó Lucrecia, no desistió de pintar el cuadro
que le acompañó toda la vida. Ella, con su sonrisa, un gesto
cómplice que comparte su secreto.
¨¿Quién
se atrevía? Podía ser interpretado como un desafío, y en Lucrecia,
una de las cosas más identificativas era su cabello rubio¨.
Sonríe,
ha podido encontrar el motivo que llevó a actuar así a Leonardo.
Recuerda la anécdota de que Lord Byron, tres siglos después del
fallecimiento de Lucrecia Borgia, mientras realizaba una visita a la
Biblioteca Ambrosiana de Milán, pudo contemplar un mechón de
cabello de Lucrecia, fue tal la impresión que le causó que lo robó
y guardó como si se tratara de una reliquita. ¨Es muy sedoso,
hermoso, y los más admirables que imaginarse puedan¨, fueron sus
palabras.
¨Es
increíble el poder de seducción que debía tener¨.
En
todas estas cuestiones está pensando Umberto, pero quiere buscar
otro ángulo, iniciar desde otro punto de vista a ver si le llevan al
mismo sitio confirmándole que el camino que está siguiendo en su
investigación es el correcto o se lo complementa sin que aparezca
contradicción. Busca la comprobación como a veces se le hace a un
resultado matemático. Y es cuando pone el nombre de Salai en el
buscador de Internet. Como siempre, en principio opta por la de la
Fundación Wikipedia, y en segundo lo ve claro, el flash que buscaba
aparece en forma de imagen.
¨¡Dios,
esto es, aquí está!¨.
ANTONIO
BUSTOS BAENA.