Una
vez tuve una sangre
que
soñaba ser un río.
Luego,
soñando y soñando,
mi
sangre labró un camino.
Sin
saber que caminaba,
mi
sangre comenzó a andar,
y
andando, piedra tras piedra,
mi
sangre llegó a la mar.
Desde
la mar subió al cielo...
Del
cielo volvió a bajar
y
otra vez se entró en mi pecho
para
hacerse manantial
y
agua de mi pensamiento...
Ahora
mi sangre es mi sueño
y
es mi sueño mi cantar,
y
mi cantar es eterno.
(Jardín
cerrado, 1940-1946)
EMILIO
PRADOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario