miércoles, 22 de octubre de 2014

RESCATE EN ALTA MAR.


  Hace años, en un pequeño pueblo de pescadores de Holanda, un muchacho dio una lección al mundo sobre las recompensas de un gesto altruista. Puesto que la actividad de todo el pueblo giraba en torno a la industria pesquera, a veces, en caso de emergencia, se requería la actuación de un equipo de salvamento integrado por voluntarios. Una noche, el viento se enfureció, las nubes estallaron y una violenta tempestad hizo zozobrar un barco pesquero en el mar. Encallados  y en peligro de muerte, la tripulación mandó un SOS. El capitán del equipo de salvamento dio la alerta, y los habitantes se congregaron en la plaza del pueblo, que dominaba la bahía. Mientra el equipo botaba su bote de remos y se abría paso entre las salvajes olas, los aldeanos aguardaban inquietos en la playa, con faroles encendidos para indicar el camino de regreso.
   Una hora más tarde, el bote de salvamento reapareció entre la niebla, y los aldeanos, esperanzados, corrieron a su encuentro. Tras caer exhaustos sobre la arena, los voluntarios comunicaron que el bote de salvamento no podía llevar más pasajeros y habían tenido que dejar a un hombre. Un solo pasajero más habría bastado para hacer zozobrar el bote, y todos habrían perecido.
   El capitán pidió desesperadamente otro equipo de voluntarios para ir a rescatar al último superviviente. Hans, un joven de dieciséis años, dio un paso al frente. Su madre le cogió del brazo, rogándole:
   -No vayas, por favor. Tu padre murió en un naufragio hace diez años y tu hermano mayor, Paul, se perdió en el mar hace tres semanas. Hans, tú eres lo único que me queda.
   Hans replicó:
   -Madre, tengo que ir. ¿ Y si todos dijeran: " Yo no puedo ir, que vaya otro " ? Madre, esta vez tengo que cumplir con mi deber. Cuando es necesario ayudar, todos debemos turnarnos y cumplir nuestro cometido.
   Hans besó a su madre, se unió al equipo y desapareció en la noche.
   Transcurrió otra hora, que a la madre de Hans le pareció una eternidad. Por fin, el bote de salvamento emergió de la niebla con Hans de pie en la proa. Haciendo bocina con las manos, el capitán gritó:
   - ¿ Habéis encontrado al superviviente ?
   Casi incapaz de contenerse, Hans respondió con entusiasmo:
   -Sí, le hemos encontrado. ¡ Diga a mi madre que es mí hermano mayor, Paul !


DAN CLARK.

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