Órgiva
es una llanura,
es
llave y puerta abierta,
que
hace posible la entrada
a
los pueblos de la sierra.
Sobre
un tapiz de olivares
extiende
su caserío;
la
silueta de sus torres
se
recorta entre tres ríos;
Chico,
Seco y Guadalfeo,
que
recogen los suspiros
de
campesinos y mozas,
de
cristianos y moriscos.
Hermoso
valle orgiveño,
regado
por acequias,
que
bajan desde la nieve
para
fecundar sus huertas.
Las
márgenes de sus ríos
se
han transformado en vergeles;
limoneros
y naranjos
se
alternan con los claveles.
Alamedas
y frutales
cubren
valles y hondonadas
y
al resguardo de sus huertos
se
cultivan las naranjas.
Tardorromana
en su origen,
nazarita
en el medievo,
plaza
fuerte con Castilla,
ciudad
regia en nuestro tiempo.
Órgiva,
lozana y bella,
sobre
un manto de esmeraldas,
en
el azul de tu cielo
bordan
estrellas las hadas.
Es
tierra de noble gente,
de
hombres recios, singulares,
que
abren surcos en la tierra
y
estelas sobre los mares.
Encrucijada
de rutas,
de
valles y de montañas,
que
cantan coplas de nieve,
que
dicen versos al agua.
¡Órgiva,
Órgiva, Órgiva!
Cabeza
de la Alpujarra,
vieja
y noble población,sois archivo de la historia
de
este singular rincón.
MIGUEL
J. CARRASCOSA SALAS.
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