Espera.
¿Qué es eso, Platero? ¿Qué tienes?
Platero
está echando sangre por la boca. Tose y va despacio, más cada, vez.
Comprendo todo en un momento. Al pasar esta mañana por la fuente de
Pinete, Platero estuvo bebiendo en ella. Y aunque siempre bebe en
lo más claro y con los dientes cerrados, sin duda un sanguijuela se
le ha agarrado a la lengua o al cielo de la boca.
-Espera,
hombre. Enseña...
Le
pido ayuda a Raposo, el aperador, que baja por allí del Almendral, y
entre los dos intentamos abrirle a Platero la boca. Pero la tiene
como trabada con hormigón romano. Comprendo con pena que el pobre
Platero es menos inteligente de lo que yo me figuro...
Raposo
coge un rodrigón gordo, lo parte en cuatro, y procura atravesarle un
pedazo a Platero en las quijadas... No es fácil la empresa. Platero
alza la cabeza al cenit levantándose sobre las patas, huye, se
revuelve... Por fin, en un momento sorprendido, el palo entra de lado
en la boca de Platero. Raposo se sube en el burro y con las dos manos
tira hacia atrás de los salientes del palo para que platero no lo
suelte.
Sí,
allá dentro tiene, llena y negra, la sanguijuela. Con dos
sarmientos hechos tijera se la arranco... Parece un costalillo de
almagra o un pellejillo de vino tinto; y, contra el sol, es como el
moco de un pavo irritado por un paño rojo. Para
que no saque sangre a ningún burro más, la corto sobre el arroyo,
que un momento tiñe de la sangre de Platero la espumela de un breve
torbellino...
JUAN
RAMÓN JIMÉNEZ.
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