Para tu siervo el sino le escogiera,
Y absorto y entregado, el niño
¿Qué podía hacer sino seguirte?
El mozo luego, enamorado, conocía
Tu poder sobre él, y lo ha servico
Como a nada en la vida, contra todo.
Pero el hombre algún día, al preguntarse;
La servidumbre larga qué le ha deparado,
Su libertad envidió a uno, a otro su fortuna.
Y quiso ser él mismo, no servirte
Más, y vivir para sí, entre los hombres.
Tú le dejaste. como a un niño, a su capricho.
Pero después, pobre sin ti de todo,
A tu voz que llamaba, o al sueño de ella,
Vivo en su servidumbre respondió: ¨Señora¨.
(Con las horas contadas, 1950-1956)
LUIS CERNUDA.
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