Todos
los que hemos vivido buscando la verdad, nos hemos encontrado en el
camino con muchas ideas que nos sedujeron y habitaron entre nosotros
con la fuerza suficiente como para condicionar nuestro sistema de
creencias.
Sin
embargo, pasado un tiempo, muchas de las verdades terminaban siendo
descartadas porque no soportaban nuestros cuestionamientos internos,
o porque una ¨nueva verdad¨, incompatible con aquéllas, competía
en nosotros por los mismos espacios. O simplemente porque estas
verdades dejaban de serlo.
En
cualquier caso, aquellos conceptos que habíamos tenido como
referentes dejaban de ser tales y nos encontrábamos, de pronto, a la
deriva. Dueños del timón de nuestro barco y conscientes de nuestras
posibilidades, pero incapaces de trazar un rumbo confiable.
Mientras
escribo esto, recuerdo de pronto El principito de Antoine de
Saint-Exupéry:
¨En
sus viajes por los pequeños planetas de su galaxia se encontró con
un geógrafo que anotaba, en un gran libro de registro, montañas,
ríos y estrellas.
El
principito quiso registrar su flor (aquella que había dejado en su
planeta), pero el geógrafo le dijo:
_No
registramos flores, porque no se pueden tomar como referencia las
cosas efímeras.
Y
el geógrafo le explicó al principito que efímero quiere decir
amenazado de pronta desaparición.
Cuando
el principito escuchó esto, se entristeció mucho. Se había dado
cuenta de que su rosa era efímera...¨.
Y
entonces me preguntó, por un lado: ¿Existirán las verdades sólidas
como rocas e imperturbables como accidentes geográficos? ¿O será
la verdad sólo un concepto que lleva en sí mismo la esencia de lo
transitorio y frágil de las flores? Y, por otro lado, desde una
perspectiva macrocósmica:
¿Es
que acaso las montañas, los ríos y las estrellas no están también
amenazados de pronta desaparición?
¿Cuánto
es ¨pronto¨comparado con ¨siguiente¨?
¿No
son, desde esta mirada, las montañas también efímeras...?
Creo
que lo que me gustaría hoy es intentar escribir sobre algunas
ideas-montaña, ideas-río, ideas- estrella con las que me ido
cruzando en mi camino.
Algunas
verdades que seguramente son cuestionables para otros, lo serán
también para mí algún día. Pero hoy contienen, me parece, la
solidez y la confiabilidad que da la indiscutible mirada del sentido
común.
El
primero de estos pensamientos confiables forma parte inseparable de
la filosofía guestáltica y es la idea de saber que.
Lo
que es, es.
(Escribo
esto y pienso en la desilusión de quien me lee:
¨¡Lo
que es, es...! ¿Esa es la verdad? ¨.)
El
concepto, no por obvio menos ignorado, contiene en sí mismo tres
implicaciones que me parece significativo remarcar; saber que ¨lo
que es, es¨ implica la aceptación de que los hechos, las cosas, las
situaciones son como son.
La
realidad no es como a mí me convendría que fuera.
No es
como debería ser.
No es
como me dijeron que iba a ser.
No es
como fue.
No es
como será mañana.
La
realidad de mi afuera es como es.
Pacientes
y alumnos que me escuchan repetir este concepto se empeñan en ver en
él un deje de resignación, de postura lapidaria, de bajar la
guardia.
Me
parece útil recordar que el cambio sólo puede producirse cuando
somos conscientes de la situación presente. ¿Cómo podríamos
diagramar nuestra ruta a Nueva York sin saber en qué punto del
universo nos encontramos?
Sólo
puedo iniciar mi camino desde mi punto de partida,
y esto es aceptar que las cosas son como son.
La
segunda
derivación
directamente relacionada con esta idea es que.
Yo
soy quien soy.
Otra
vez:
Yo
no soy quien quisiera ser.
No
soy el que debería ser.
No
soy el que mi mamá quería que fuese.
Ni
siquiera soy el que fuí.
Yo
soy quien soy.
De
paso, para mí, toda nuestra patología psicología proviene de la
negación de esa frase.
Todas
nuestras neurosis empiezan cuando tratamos de ser quienes no somos.
En
déjame que te cuente...
escribí sobre el autorrechazo:
...Todo
empezó aquel día gris en que dejaste de decir orgulloso
YO
SOY...
Y
entre avergonzado y temeroso.
Bajaste
la cabeza y cambiaste.
Tus
palabras y actitudes.
Por un
terrible pensamiento:
YO
DEBERÍA SER...
...Y
si es difícil aceptar que yo soy quien soy, cuánto más difícil no
es, a veces, aceptar la tercera derivación del concepto ¨lo que es,
es¨:
Tú...eres
quien eres.
Es
decir:
Tú
no eres quien yo necesito que seas.
Tú no
eres el que fuiste.
Tú no
eres como a mí me conviene.
Tú no
eres como yo quiero.
Tú
eres como eres.
Aceptar
eso es respetarte y no pedirte que cambies.
Hace
poco empecé a definir el verdadero amor como la dessinteresada
tarea de crear espacio para que el otro sea quien es.
Esta
primera ¨verdad¨ es el principio (en sus dos sentidos, de primero y
de primordial) de toda relación adulta.
Se
materializa cuando yo te acepto como tú eres y percibo que tú
también me aceptas como yo soy.
La
segunda verdad que creo imprescindible la tomo de la sabiduría
sufí:
NADA
QUE SEA BUENO
ES
GRATIS.
Y de
aquí se derivan, para mí, por lo menos dos ideas.
LA
PRIMERA: si deseo algo que es bueno para mí, debería saber que voy
a pagar un precio por ello. Por supuesto, ese pago no siempre es en
dinero (si fuera sólo en dinero, ¡sería tan fácil!). Este precio
es a veces alto y otras muy pequeño, pero siempre existe. Porque
nada que sea bueno es gratis.
LA
SEGUNDA: darme
cuenta de que si algo recibo de fuera, si algo bueno me está
pasando, si vivo situaciones de placer y de goce es porque me las he
ganado. He pagado por ellas, me
las merezco. (Sólo
para alertar a los pesimistas y desalentar a los aprovechados, quiero
aclarar que los pagos son siempre por anticipado: lo bueno que vivo
ya lo he pagado. ¡No hay cuotas a plazos!)
Algunos
de los que me escuchan decir esto preguntan:
¿Y lo
malo?
¿No
es cierto que lo malo tampoco es gratis?
Si me
pasa algo malo, ¿es también por algo que hice?
¿Porque
de alguna forma me lo merezco?
Quizá
sea cierto. Sin embargo, estoy hablando de verdades para mí
incuestionables, sin excepciones, universales. Y
para mí la aseveración de que ¨me merezco todo lo que me pasa
incluido lo malo¨no es necesariamente cierta.
Puedo
asegurar que conozco algunas personas a las que les han acontecido
hechos desgraciados y dolorosos que, sin duda alguna, ¡no merecían!
Incorporar
esta verdsd (nada que sea bueno es gratis) es abandonar para siempre
la idea infantil de que alguien debe darme algo porque sí, porque yo
lo quiero. Que la vida tiene que procurarme lo que deseo ¨sólo
porque lo deseo¨, de pura suerte, mágicamente.
III.Y
la tercera idea que creo que es un punto de referencia podría
enunciarla de la siguiente manera:
Es
cierto que nadie puede hacer todo lo que quiere, pero cualquiera
puede NO
HACER NUNCA LO QUE NO QUIERE.
Me
repito a mí mismo:
NUNCA
HACER LO QUE
NO
QUIERO.
Incorporar
este concepto como una referencia real, es decir, vivir
coherentemente con esta idea, no es fácil. Y sobre todo no es
gratis. (Nada que sea bueno lo es, y esto es bueno).
Estoy
diciendo que si soy un adulto, nadie puede obligarme a hacer lo que
no quiero hacer. Lo máximo que puede pasarme, en todo caso, es que
el precio sea mi vida. (No es
que yo minimice ese coste, pero sigo pensando que es
diferente creer que no puedo hacerlo, a
saber que hacerlo me costaría la vida).
Sin
embargo, en lo cotidiano, en el pasar de todos los días,
los precios son mucho más bajos. En
general, lo único que es necesario es incorporar la
capacidad de renunciar a que algunos de los demás me aprueben, me
aplaudan, me quieran. (El coste, como a mí me gusta llamarlo, es que
cuando uno se atreve a decir ¨NO¨ empieza a descubrir
algunos aspectos desconocidos de sus amigos: la nuca, la espalda y
todas esas otras partes que se ven sólo cuando el otro se va).
Estas
tres verdades son para mí IDEAS-MONTAÑA,
IDEAS-RÍO IDEAS-ESTRELLA.
Verdades
que continúan siendo ciertas a través del tiempo y de las
circunstancias.
Conceptos
que no son relativos a determinados momentos, sino
a todos y cada uno de los instantes que, sumados, solemos llamar
¨NUESTRA VIDA¨.
VERDADES-MONTAÑA
para
poder construir nuestra casa sobre base sólida.
VERDADES-RÍO
para poder calmar nuestra sed y para navegar sobre ellas en la
BÚSQUEDA de nuevos HORIZONTES.
VERDADES-ESTRELLA
para
poder servirnos de guía, aún en nuestras noches MÁS
OSCURAS...
JORGE
BUCAY