lunes, 9 de febrero de 2015

LA PERFECTA ALIMENTACIÓN DEL BEBÉ Y DEL NIÑO.

INTRODUCCIÓN

En el primer año de vida, la alimentación del bebé resulta crucial, ya que no sólo de sus características depende un adecuado crecimiento y desarrollo, sino que también puede determinar los gustos futuros del niño en cuanto a los alimentos, e incluso facilitar, en caso de no ser realizada convenientemente, la aparición de enfermedades como alergias, intolerancia a la lactosa, etc.

Hay tres aspectos fundamentales que se deben considerar durante este primer año: seis meses de lactancia casi en exclusiva; adecuada introducción del resto de los alimentos durante la segunda mitad del año, y coordinación de los casmbios en la alimentación (de biberón a papillas y, luego, sólidos) con el desarrollo del niño y, en particular, con la masticación. Es necesario recordar que el bebé sólo puede succionar durante las primeras semanas y hasta los 5 o seis meses, no se presenta una actividad masticadora mínimamente eficiente.

LOS SEIS PRIMEROS MESES: LACTANCIA

Durante los seis primeros meses de vida la leche representa casi el único alimento del bebé. Puestos a seleccionar el tipo de leche más adecuada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia natural o materna, por ser éste el tipo de leche más completo, el que mejor protege y alimenta al bebé, además de reportar notables beneficios a madre e hijo. Las leches artificiales, a pesar cada día una calidad más contrastada, nuca pueden equipararse a la materna y mucho menos al calostro o leche de los primeros días, que presenta una elevada concentración de anticuerpos que defienden al bebé de numerosos agresores externos. Por otra parte, debe recordarse que una buena alternativa siempre considerando la leche adaptada_ está constituida por las leches de origen vegetal (de arroz, de soja o de chufa). Durante estos seis meses, el número de tomas se reduce mes a mes, mientras que la cantidad administrada en cada una de ellas se ve incrementada en la misma proporción.
Por lo general, las madres proporcionan su propia leche durante el primer trimestre de vida, mientras que en el segundo se utiliza con más frecuencia la lecha adaptada y el biberón. Hay que recordar que la leche materna, si bien es el mejor alimento durante los primeros meses, a partir de los cinco o seis meses no puede aportar todos los nutrientes que necesita el bebé, razón por la cual ha llegado el momento de ir introduciendo nuevos alimentos.

La leche adaptada más utilizada es la de origen animal, y en particular de vaca, aun cuando existen otras formas más recomendables (la leche de arroz, de soja o de chufa). Puede presentarse en forma líquida o en polvo (algo más frecuente y habitual). La leche adaptada deriva propicia que en algunos bebés puedan presentarse problemas de tipo alérgico, situación que hay que comentar con el pediatra para optar por otro tipo de leche (hipoalergénica y las de origen vegetal). Sea como fuere, la leche de vaca empleada por los adultos no debe ser proporcionada a los niños hasta cumplidos los dos años.

Si la alimentación del bebé se basa desde el primer mes en lecha adaptada, conviene empezar por la llamada de inicio, seguida de la de continuación y más tarde por la de crecimiento. Eso sí, nunca se deben aportar mayores cantidades que las que el bebé necesita para su edad, ya que una sobrealimentación puede propiciar, entre otras cosas, obesidad y problemas de tipo gastrointestinal.

Es importante recordar que la lactancia artificial tiene algunas consecuencias en el bebé que le conducen a que no se comporte como en el caso de la lactancia materna. Por ejemplo, en lugar de tener hambre cada tres horas, la sentirá cada cuatro, por lo que parece estar algo inapetente aunque, en el fondo, lo único que sucede es que la leche adaptada tiene más calorías y ¨lena¨ más y se digiere con mayor dificultad que la materna; el ritmo de las cacas es un poco más lento con la leche adaptada, a la vez que las mismas son de un color verde-grisáceo y más consistentes que las de la leche materna.

Al igual que la leche, el bebé necesita mucha agua durante estos primeros meses de vida. En condiciones normales, requiere unos 100 a 150 cm3 de agua por cada kg de peso y día (para un niño de 6 kg, casi 750 cm3 diarios). Gran parte de ella es aportada con la leche o en el momento de preparación de los biberones. Sin embargo, conviene aportar cantidades suplementarias, sobre todo si el bebé suda, o hace mucho calor, etc. También en estos casos hay que darle el agua con el biberón, hervida durante 10 minutos y ligeramente bastida para que conserve su sabor.
TXUMARI ALFARO
PEDRO RAMOS

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