El gélido gas que
lanza gigantescos cohetes al espacio podrá utilizarse, mediante
ciertas transformaciones, como combustible para automóviles,
en calefacciones, cocinas
y en la producción de toda la
electricidad que sea
necesaria.
Hace un siglo, el gran
escritor francés Julio Verne predijo que el agua llegaría a
utilizarse algún día como combustible y que constituiría una
fuente inagotable de luz y calor. Esta profecía parece cada vez más
cercana a la realidad, a medida que las reservas globales de gas y
petróleo se van agotando. En efecto, los científicos estudian las
posibilidades de producir grandes cantidades de hidrógeno partiendo
de las abundantes aguas de la Tierra. Alvin Weinberg, director del
Laboratorio Nacional de Oak Ridge, perteneciente a la Comisión
Norteamericana de Energía Atómica, dice; ¨ El hidrógeno es el
combustible que llevó al hombre a la Luna, y en un plazo de
cincuentas a cien años empezará probablemente a ocupar el primer
puesto entre nuestras fuentes secundarias de energía ¨.
Al igual que la
electricidad, el hidrógeno es una fuente secundaria porque se
obtiene de recursos primarios tales como el carbón, la fisió o
fusión nuclear, el calor solar o las mareas oceánicas, todo lo cual
puede utilizarse para la obtención de otros combustibles sintéticos;
pero existen argumentos poderosos para hacer del hidrógeno el
combustible clave del mañana. Cuando se produzca en gran escala, por
medio de reactores atómicos, puede llegar a ser, en el futuro, tan
barato como el gas natural o la gasolina, la cual va escaseando y
encareciéndose progresivamente. A diferencia de la electricidad, el
hidrógeno se puede almacenar y, prácticamente, no origina
contaminación; cuando se quema, produce sólo energía y vapor de
agua.
El hidrógeno es el más
ligero de los elementos; inodoro, incoloro, insípido y no venenoso.
Es el más abundante en el universo y entra en la composición del
agua y de toda materia viva. Sin embargo, muchas personas lo
relacionan únicamente con la bomba H, que podría destruir a toda la
humanidad.
¨ Todos los combustibles
pueden ser peligrosos por su misma naturaleza ¨, dice Derek Gregory,
subdirector del Instituto de Tecnología de Gases, de Chicago. ¨
Correctamente utilizado, el hidrógeno no es más peligroso que la
gasolina o el gas natural, y resulta mucho más seguro que el propano
¨.
Hasta la década de 1950,
en muchas partes del mundo, el carbón y el coque se convertían en ¨
gas ciudad ¨_que tiene un cincuenta por ciento de hidrógeno_para
calentar e iluminar las casas y para uso en las fábricas. Muchos
gasoductos industriales, incluida la red de 290 kilómetros de
longitud en el Ruhr, Alemania, podrían transportar en la actualidad
grandes cantidades de hidrógeno sin problema alguno. Durante un
cuarto de siglo se ha utilizado en los programas atómicos y
espaciales de los Estados Unidos. Principalmente para propulsar
grandes cohetes fuera de la atracción de la gravedad. Un factor que
disminuye su peligrosidad con respecto a otros combustibles es que
pesa catorce veces menos que el aire, ya que cuando escapa sube
directamente, y las llamas no duran mucho tiempo ni se extienden.
TUBERÍAS
Y DEPÓSITOS. No se precisan grandes descubrimientos
científicos para transformar el agua en hidrógeno; ya se está
produciendo en países que disponen de energía hidroeléctrica
barata, como la India, Egipto y Canadá, y donde se emplea como
elemento componente de los fertilizantes. Pero se necesita una
producción masiva para que se pueda utilizar también en gran escala
como combustible. Esta es principalmente una obra de ingeniería,
enorme y costosa, pero cuyos pasos ya conocemos.
La primera tarea consiste
en construir grandes centrales nucleares en plataformas artificiales
en el mar, lejos de los centros de población, a fin de reducir toda
controversia que suscitará su existencia. Allí se producirán
grandes cantidades de electricidad que liberarían el oxígeno y el
hidrógeno del agua del mar mediante un proceso de electrolisis. La
refrigeración de las plantas nucleares se lograría esparciendo el
calor sobrante por el océano, con mayor rapidez y menos peligro que
en tierra.
Desde las plataformas
oceánicas, el gas fluiría a las costas y a redes de gasoductos
subterráneos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, país necesitado
de energía, podrían conducirlo las tuberías de gas natural ya
existentes, que en la actualidad cubren el sesenta por ciento de las
viviendas e industrias. También se suministraría en bombonas, como
las que hoy se usan para el propano. En el hogar, el hidrógeno se
usaría exactamente de la misma forma que el gas natural, para la
cocina, calefacción y refrigeración. Sólo sería necesario hacer
pequeñas modificaciones en los quemadores actuales_que se pueden
realizar a bajo costo y en menos de una hora_para adaptarlos a la
llama, más calienta e intensa, del hidrógeno. Para hacer frente a
las fluctuaciones de la demanda, el hidrógeno se puede almacenar
bajo tierra en formaciones naturales de roca permeable, como se hace
hoy con gran parte del gas natural. También se puede conservar en
forma líquida en depósitos aislados y a temperaturas muy bajas.
El hidrógeno podría
substituir a los combustibles fósiles que hoy se usan en las
centrales térmicas. Pero será mucho más eficaz utilizarlo en pilas
electro-químicas de tamaño suficiente para abastecer un barrio,o
más pequeñas, como una lavadora, para suministrar electricidad
desde el mismo edificio a viviendas, hospitales, granjas,
apartamentos, tiendas e industrias pequeñas.
En esta pila,
perfeccionada para suministrar electricidad a las naves espaciales
en vuelo, el hidrógeno y oxígeno se recombinan electro-químicamente
como en una batería. Se trata de una electrolisis a la inversa. La
pila carece de partes móviles. Produce electricidad sólo cuando se
necesita, y entonces lo hace casi instantáneamente. Varias grandes
compañías norteamericanas, entre ellas la Consolidated Edison, de
Nueva York, y la Wisconsin Gas Company, están experimentando
actualmente con pilas de este tipo para hacer frente a la demanda
durante las horas de mayor consumo.
EN CAMINO. Como
combustible para motores, el hidrógeno es en muchos aspectos
superior a la gasolina o al gasóleo. Los motores de combustión
interna que funcionan con hidrógeno arrancan con más facilidad,
especialmente en invierno, y causan menor desgaste a todo el
mecanismo. Su mayor ventaja es que prácticamente no producen
contaminación; solamente un cuatro por ciento de la originada por
vehículos que utilizan gasolina.
Con sólo pequeñas
modificaciones, todos los tipos de motores de combustión interna
pueden funcionar con hidrógeno. Costaría menos de once mil pesetas
transformar un motor corriente de seis cilindros de gasolina a
hidrógeno, y el costo de producir en masa cualquiera de los dos
tipos de motor sería el mismo.
Ya circulan por las
carreteras algunos automóviles experimentales que queman hidrógeno.
El gran problema radica en cómo llevar el combustible de forma
segura y práctica. Aun cuando un litro de hidrógeno pesa sólo
setenta gramos ( frente a setecientos gramos que pesa el litro de
gasolina ), el hidrógeno líquido es muy voluminoso. Se necesitaría
un depósito de doscientos litros para lograr tanto kilometraje como
el que se consigue con un tanque de 75 litros. En la actualidad, el
depósito aislado de doscientos litros costaría cien mil pesetas, y
pesaría casi noventa kilos vacío. Además, el hidrógeno hierve y
escapa lentamente aun de los tanques mejor aislados. Esto significa
que no sería posible dejar estacionado un coche durante un par de
semanas y encontrarlo listo para arrancar con sólo girar la llave de
contacto.
Como el hidrógeno
líquido pesa cuarenta veces menos que el combustible utilizado
habitualmente en los reactores, la industria aeronáutica lo
encuentra también muy atractivo. A pesar de los depósitos más
grandes y aislados, un avión movido por hidrógeno podría
transportar una carga doble en relación al peso de la nave, con lo
que duplicaría su productividad. Un portavoz de la industria dice: ¨
Si se dispone de suministros, disminuyen los costos y se resuelven
los problemas de seguridad, el uso del hidrógeno en vuelos
tripulados resultará muy interesante. Pero quedan muchos problemas
por resolver antes de que esto ocurra ¨.
MUCHO DINERO. A pesar de
su demostrada eficiencia, el hidrógeno todavía resulta
prohibitivamente costoso como combustible corriente. Actualmente,
produciéndolo por medio de la energía nuclear, costaría tres veces
más que la gasolina. Sin embargo, los economistas especializados en
la materia predicen que esta diferencias disminuirán o se eliminarán
a medida que el costo de los combustibles fósiles siga subiendo y
aumente la producción de hidrógeno.
Se necesita mucho dinero
para lanzar la era del hidrógeno. Hace falta electricidad para
separar el hidrógeno del agua. Y, por ejemplo, para suministrar, con
hidrógeno, la cantidad de energía que se obtiene actualmente del
gas natural en los Estados Unidos se requerirá tres veces tanta
electricidad como la que se genera actualmente. Una sola central
atómica en una isla artificial costará no menos de 33.600 millones
de pesetas, y será necesario construir muchas instalaciones de este
tipo.
Entonces, ¿ por qué no
utilizar toda esa electricidad como energía primaria, en lugar de
convertirla primero en hidrógeno ? Una respuesta es que el costo de
transmisión de energía eléctrica a gran distancia es
considerablemente mayor. Pero la razón principal reside en que los
medios de transporte tales como coches y aviones funcionarán
probablemente mejor con un combustible que con electricidad. Esta es
el área en que el hidrógeno tendrá mayor impacto.
Siendo tan grandes los
costos iniciales, la edad del hidrógeno no va a surgir plenamente
desarrollada de pronto. Por el contrario, es más probable que este
gas se empiece a usar poco a poco como combustible supletorio. Los
técnicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y del
Espacio norteamericana (NASA ) realizan ya experimentos para el
empleo de hidrógeno en los automóviles como aditivo de la gasolina.
Los ingenieros predicen que para el año 2000 se usarán motores de
hidrógeno en aviones y grandes vehículos de superficie, como
camiones, autobuses y trenes. Mientras tanto, aumenta rápidamente su
uso como materia prima química en un alimento para el ganado, que en
la actualidad se obtiene en su mayor parte de gas natural. El pasado
año, más de 1.700 millones de dólares ( unos 1.680 millones de
pesetas ), se utilizaron en los Estados Unidos sólo en la
fabricación de productos de petróleo, vidrio, metales, materiales
químicas, tejidos y medicinas. El Instituto de Tecnología de Gases
predice que para el año 2000 el hidrógeno se utilizará en los
hogares. Con el desarrollo de nuevas técnicas que permitan reducir
costos y el crecimiento de un sistema de distribución de gasoductos,
la edad del hidrógeno tendrá un gran peso en la política
energética de Norteamérica a comienzos del siglo XXI.
Los combustibles fósiles,
con sus problemas de agotamiento y contaminación, no pueden seguir
siendo la única opción para hacer frente a la enorme demanda
mundial. El hidrógeno ofrece algo más que una esperanza de ser la
gran solución.
POR JAMES
WINCHESTER.
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