II
La
amarga verdad acerca de cómo tener
aspecto de persona hambrienta y
delgada
COMENZAREMOS
con una buena noticia; todas las dietas para adelgazar son eficaces.
Pero ninguna de ellas da resultados duraderos.
Las
investigaciones acerca de los efectos a largo plazo de los regímenes
de adelgazamiento demuestran que, al cabo de un año, el noventa por
ciento de los que perdieron peso vuelven a aumentarlo. ¿A qué
obedece esto? ¿Por qué la señora J., que tanto empeño puso
durante seis meses en disminuir su talla, se encuentra con que
nuevamente le están estrechos los vestidos que usaba hace un año?
El
fracaso no hay que atribuirlo a la persona que ideó la dieta. Si la
señora J. Perdió quince kilos en seis meses gracias a ella, es de
suponer que perdería otro tanto en el siguiente medio año si
continuase con el mismo régimen. Pero, por supuesto, no lo hizo.
¿Por qué habría de hacerlo? La meta que se propuso alcanzar cuando
inició la dieta fue rebajar de 70 a 55 kilos, y al conseguirlo se
sintió satisfecha.
Entonces
abandonó la dieta. Se propuso no comer mucho, sino sólo lo
suficiente para sentirse a gusto. No tomaría postres de dulce, sino
una galleta de vez en cuando. Se permitiría un cóctel o dos, antes
de la cena, pero no cacahuetes.
La
señora J. Volvió así a lo que ella cree que es comer con
moderación, y poco a poco, un kilo hoy y otro mañana, empezó de
nuevo a ganar peso. No se había dado cuenta de que cuando comemos lo
suficiente para satisfacer nuestro apetito, y nada más, hemos comido
ya demasiado. La voz interior que nos dice: ¨Ya estás lleno, no
comas más¨, nos habla siempre tardíamente. La verdad es que
todo aquel que quiera estar delgado tiene que pasar hambre.
En
doce años de práctica profesional he visto cómo el peso de
centenares de pacientes sube y baja al mismo tiempo que nuevas dietas
se ponen de moda y luego desaparecen. Es hora ya de que aceptemos el
hecho básico que implica seguir un régimen para adelgazar.
Centenares
de veces lo hemos oído negar; sin embargo, es cierto; las
calorías cuentan.
En realidad, son casi lo único que cuenta. Si alguien consume en
veinticuatro horas más calorías de las que quema, esa persona
subirá de peso. Si el consumo calórico es menor que el gasto,
adelgazará. Se trata de un hecho incontrovertible. Si, por ejemplo,
se consumen dos mil calorías y se gastan tres mil, las mil restantes
que se utilizaron provienen de los tejidos del cuerpo, y en
consecuencia el peso disminuye. (Dos personas que ejecutan el mismo
trabajo diariamente, pueden gastar una cantidad diferente de calorías
debido a que hay variaciones individuales del metabolismo.)
Existe
además otro hecho al que rara vez se da suficiente importancia en
los libros y artículos sobre dietética, y es que a medida que las
personas van envejeciendo, su metabolismo se hace más lento. Por
tanto, para mantenerse en el mismo peso, tenemos desgraciadamente,
que ir comiendo cada vez menos a medida que se prolonga nuestra
existencia.
¿Cómo
saber cuántas calorías se pueden consumir al día? Lo más sencillo
es seguir un régimen de 1.000 a 1.500 calorías, suponiendo que aun
la persona más sedentaria quema habitualmente 1.800 calorías
diarias. Pero hay otro procedimiento que yo suelo recomendar. En la
primera entrevista, le pido al paciente que durante los tres días
siguientes coma como de costumbre y anote todo lo que vaya
consumiendo, sin olvidarse de las bebidas, los aperitivos, los
entremeses. Luego se determina en una tabla de calorías a cuánto
asciende el promedio de consumo calórico diario. Le aconsejo
entonces al paciente que organice un menú que reduzca su consumo de
calorías a la mitad. Si sigue este proceso, no hay equivocación
posible.
Todas
las dietas de adelgazamiento, tanto las de moda como las que tienen
base científica, se proponen el mismo objetivo; reducir el consumo
de calorías. Por supuesto, pocas de las dietas de moda lo dicen
claramente, pues el lector se daría cuenta inmediatamente de que el
régimen exige fuerza de voluntad, perseverancia y, lo peor de todo,
hambre.
Por
eso en las dietas de moda se hace hincapié en lo positivo; lo que se
permite comer, como carne tres veces al día o todo el queso fresco
que se quiera. Lo presentan de tal manera que el lector no advierta
que se le pide que disminuya las calorías que consume. Hasta
el tercer o cuarto día de haber iniciado la dieta no se dará cuenta
de que no quiere más queso,
y que el régimen no le va a resultar más fácil que los ensayados
previamente. Las dietas de este tipo suelen dar resultado en parte
porque si se come demasiado de un solo alimento, se pierde el
apetito.
¿Son
nocivas las dietas de moda? Habitualmente no, aunque, claro es, hay
excepciones muy notorias. Suelo
aconsejar a mis pacientes que tomen por lo menos cien gramos de
hidrato de carbono, cien de grasa y cincuenta de proteínas al día.
Al
parecer,
el organismo necesita estos alimentos para funcionar bien. Si se
mantiene un equilibrio razonable en la dieta que se sigue, no surgirá
ningún problema de desnutrición o avitaminosis,
pero para estar más seguros, puede tomarse una pastilla diaria de un
complejo vitamínico. También
acostumbro advertir a mis pacientes que van a pasar hambre durante el
tiempo que estén a régimen, pero
que hay muchos alimentos de gran volumen y escaso contenido calórico,
como la lechuga y el
apio, que prácticamente no aumentan las calorías y sirven para
llenar el estómago.
Después
de cierto tiempo, algunas personas se acostumbran a comidas poco
abundantes y ya no pasan hambre. Desgraciadamente, la mayor parte de
la gente no se acostumbra a comer menos. Pero
para perder peso y conservarse delgado es necesario habituarse a
sentir hambre
durante el resto de
su vida.
POR
EL DOCTOR WILLIAN A. NOLEN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario