sábado, 15 de noviembre de 2014

INSULTOS, EL RECURSO MÁS FÁCIL.



Podría definirse el insulto como el recurso literario más fácil, un sustituto del argumento, de la razón. El arte de descalificar es dominado por muchos, que canalizan su personal frustración en la crítica. Los insultos también son propios de las lenguas. Por ejemplo, huevón, bludo y pelotudo son expresiones propias de los países de Hispanoamérica. En España, por el contrario, términos como cojonudo o pelotudo tienen una connotación positiva.

El léxico de los insultos llena páginas de multitud de libros, que explican sus orígenes, su sentido primitivo y su razón de ser. Pero las buenas maneras nos obligan a recordar que siempre es preferible evitar acudir a los insultos. Con los insultos ocurre lo mismo que con los tacos; nos sirven para reforzar nuestra personalidad alterada, para demostrar superioridad frente a nuestro rival, y con ellos lo único que conseguimos es motivar el enfrentamiento y ganarnos enemigos.

Siempre es mejor servirse del argumento, del razonamiento o incluso de la discusión civilizada que de las palabras feas, que dan muy mala imagen a la persona que las utiliza.

ARANTXA G. DE CASTRO

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