Cuando coloquialmente aludimos a la palabra tacos nos estamos refiriendo a palabras malsonantes a las que acudimos con determinada frecuencia, especialmente si estamos enfadados por algún motivo. Un vocabulario caracterizado por el uso frecuente de tacos puede, erróneamente, atribuierse a una baja clase social, a personas que no han recibido una educación en el sentido estricto de la palabra. Nunca más lejos de la realidad.
Los tacos, algunos universales y otros propios de la jerga ligüística de un país o sociedad determinados, acompañan las conversaciones de personas pertenecientes a todas las clases sociales. En la mayoría de los casos surgen en momentos de enfado, nervios o conflictos personales repentinos, y responden al talante agresivo, circunstancial o permanente de quienes los pronuncian. No nos sorprende que en ciertas situaciones la manera de reaccionar de sus protagonistas sea emitiendo todo tipo de términos malsonantes. Así, cuando uno pierde los nervios porque alguien le quita la razón sin tenerla, cuando se queda dormido y no llega puntual al trabajo, cuando pierde el autobús por escasos segundos o, simplemente, cuando se enfrenta verbalmente a otra persona en una acalorada discusión, los tacos se suceden como una manera de atribuirnos autoridad, dar más sentido a nuestras palabras o para apoyar nuestro argumento.
Lo cierto es que dependiendo de quién diga esas palabras y en qué contexto tienen un significado u otro. Sin caer en la doble moral o el excesivo clasiismo, ocurre que los tacos pueden ser perdonables. Pero no deben convertirse en nuestra particular manera de expresarnos. Hay personas a las que se recuerda tan sólo por disponer de una interminable colección de este tipo de términos en su repertorio verbal, personas que dicen tacos constantemente, independientemente de quien tenga enfrente, la situación en la que se encuentre y el contexto. Y es aquí donde empieza a tener sentido la crítica y el consejo. No importa si usted, llevado por la ira, la contrariedad, la irritación o el humor diga un taco aisladamente. Pero procure no adornar cada una de sus frases con ellos, no sólo resultará soez, grosero y maleducado, sino que además una de sus intenciones, dotarle de autoridad, no se cumplirá. No se le presta demasiada atención ni inspira credibilidad la personas que dice palabras feas e forma habitual. Como todo, en el término medio está la virtud.
ARANTXA. G. DE CASTRO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario