CUANDO
ESCUCHAS EL PENSAMIENTO, sientes como si hubiera una presencia
consciente -tu yo profundo- por debajo o detrás de él. De este modo
el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente,
porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con
ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e
involuntario.
Cuando
el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la
corriente mental, una brecha de ¨no mente¨.
Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos,
pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas
discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el
principio del estado natural de sentirse unido al Ser, generalmente
nublado por la mente.
Con
la práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De
hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una sutil
emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti; la
alegría de Ser.
En
este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más
despierto que en el estado de identificación mental. Está
plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del
campo energético que da vida al cuerpo físico.
A
medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se
le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura.
En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y
alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu
cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente
insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de
desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas
que era ¨tu identidad¨.
Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es
inconcebiblemente mayor que tú.
ECKHART
TOLLE.
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