Según los sociólogos, la
ausencia del padre
del
hogar y su falta de comunicación con los hijos
es
causa de muchos de los problemas de nuestra sociedad.
Tener hijos resulta
relativamente fácil; ser padre es otra tarea mucho más difícil.
Pregúnteselo a estos padres. Ellos lo saben.
Manuel
Camino
*, joven administrativo de una importante compañía aérea, se
levanta diariamente a las siete de la mañana, cuando sus dos hijas
duermen aún. Tarda media hora en llegar a su oficina, y vuelve a
casa a las tres y media de la tarde, hora en que las chiquillas están
ya en el colegio. Como su sueldo es insuficiente para cubrir gastos
tales como vivienda, plazos del coche y educación de la niñas,
Manuel se ha visto obligado a trabajar por las tardes como secretario
de un abogado. Acaba su tarea a las ocho y media de la noche, y
muchas veces, cuando hay asuntos de urgencia pendientes, no regresa
al hogar hasta las diez y media. Lo más que puede hacer a diario,
para cumplir sus obligaciones paternas, es depositar un silencioso
beso sobre la frente de sus hijas ya dormidas. ¿
Y los domingos ?
Muchas veces, Manuel se lleva trabajo a casa y se pasa el día
encerrado en una habitación escribiendo a máquina. Cuando no tiene
nada que hacer, está tan cansado por la tarea cotidiana que duerme
durante toda la mañana. Sus hijas disfrutan de su compañía durante
una tarde a la semana.
Como
tantos miles de españoles que sufren las consecuencias del
Pluriempleo. Manuel es un ¨
padre invisible ¨.
Alfonso
Gárate,
padre de cinco niños entre los cuatro y los doce años, es ingeniero
industrial y trabaja en una refinería de petróleo. Periódicamente
se le traslada a otra ciudad, ya que la empresa está en expansión y
construye nuevas plantas de refino que requieren la presencia de los
técnicos capacitados. Estos traslados añaden méritos al expediente
profesional de Alfonso, pero sus hijos se encuentran completamente
desarraigados y tienen que cambiar de colegio cada tres o cuatro
años. Por supuesto, Alfonso podría buscar otro empleo que le
permitiera establecerse permanentemente en alguna localidad, pero le
gusta su actual trabajo piensa que en él conseguirá una promoción
más rápida que en otros puestos.
Como otros muchos españoles,
Alfonso Gárate subordina sus responsabilidades familiares a su
carrera.
Pedro
Llorente,
padre de ocho hijos, trabaja en una fábrica de maquinaria alemana.
Al no poder encontrar en España un puesto de trabajo que le
permitiese sacar adelante a su familia, marchó a Munich, y desde
allí envía todos los meses a su mujer la mayor parte de sus
ingresos. Con ese dinero se están comprando un piso y pagan los
estudios de los chicos. Pedro piensa que, dentro de cinco años,
habrá conseguido ahorrar un poco de dinero y podrá volver a España
para montar su propio taller mecánico con algunos compañeros.
Mientras tanto, sólo ve a sus hijos durante el mes de vacaciones que
le concede anualmente su empresa.
Actualmente,
más de un millón de españoles trabajan en otros países de Europa.
Muchos de ellos son padres.
¿ Quién cuida a sus hijos ?
Casi siempre la madre.
Antonio
Nogales,
padre de tres hijos menores de cinco años, es un obrero no
cualificado que sólo consigue empleos eventuales. Debido a su falta
de preparación y a una leve cojera que le hace rendir menos que sus
compañeros, nunca llega a tener un trabajo fijo, y muchas veces está
en paro. Actualmente, lleva dos meses desempleado. Para aliviar la
situación de la familia, su mujer trabaja como asistenta por horas,
por lo que se ve obligada a dejar los niños con una vecina. Antonio
sintiéndose inútil, vagabundea por el barrio y mata el tiempo en
las tabernas, esperando que algún conocido le invite a una copa. A
veces pasa varios días sin aparecer por su casa, para evitar la
mirada cansada y llena de reproches de su mujer.
Según el anuario estadístico
de 1973, se registraron en España durante 1972 más de 160.000
parados, muchos de los cuales serán hombres casados y con hijos.
Pero si por no tener empleo no pueden mantener a su familia, no están
en condiciones de actuar como padres.
El
padre lleva camino de convertirse en el hombre olvidado de nuestra
sociedad.
Una
oportunidad para colaborar.
Los sociólogos y psicólogos, que han realizado centenares de
estudios sobre las madres, su función y estatus
en nuestra sociedad, han ignorado prácticamente la figura del padre.
Hoy día, sin embargo, se empieza a poner de manifiesto la
importancia de éste.
¨ El papel del padre es fundamental en la familia , principalmente
en lo que respecta a la educación de los hijos ¨, afirma don Manuel
María Boto Escamilla, director del Departamento de Promoción y
Orientación de la Delegación Nacional de la Familia. ¨ Su
importancia resulta aún mayor durante la infancia de los hijos,
época en que su influencia no es menor que la de la madre.
Su presencia física contribuye a aclarar a los hijos la diferencia
existente entre los sexos, y es imprescindible que comparta con la
madre el planteamiento y aclaración de los problemas sexuales que
les vayan surgiendo a los chicos ¨.
Muchos psicólogos han
comprobado que los niños privados de padre tienden a tener mayores
problemas en sus relaciones con el sexo opuesto, debido a la carencia
de una sana orientación en tal terreno. Los estudios sobre la
homosexualidad revelan una gran incidencia de casos en los que se da
la ausencia o falta del padre.
La no existencia de una
paternidad adecuada puede afectar también al aprovechamiento escolar
de los hijos. Según doña Clementina Pérez Ferro, maestra y
asistente social, existe una relación clarísima entre el grado de
comunicación padres-hijos y los progresos académicos de estos
últimos. ¨ Los niños que tienen contacto diario y prolongado
con sus padres obtienen unas calificaciones mucho mejores que
aquellas que carecen de la presencia paterna. Creo que este fenómeno
se debe al estímulo y a la seguridad que le proporcionan al chico/a
el hecho de vivir en un hogar equilibrado ¨.
Una ausencia peligrosa.
La familia cumple la tarea de socializar al niño, enseñándole los
valores de la sociedad y las reglas del juego comunitario. ¨ En mis
relaciones con los niños, he comprobado que los que están privados
de la presencia del padre presentan un comportamiento social muy
específico. Estos niños suelen ser inadaptados, con muchos
problemas en su desenvolvimiento social y con probabilidades de
llegar hasta la delincuencia juvenil ¨, afirma doña
Clementina Pérez Ferro.
Ante esta evidencia, muchos
sociólogos están empezando a decirnos que la ausencia de la
autoridad paterna es causa de muchos de nuestros problemas sociales,
tales como la delincuencia juvenil, el conflicto generacional y la
rebeldía de los jóvenes. Algunos incluso afirman que la ausencia
del padre produce quiebra en el proceso de la formación y
socialización de los seres humanos. ¨ Hay que salvar los
principios básicos de la convivencia familiar, y una forma de llegar
a este fin es restaurar la figura del Padre ¨, dice el señor Boto
Escamilla.
La
autoridad del Padre en la familia española ha declinado. Según un
profesor de sociología de la Universidad de Madrid, esto se debe a
las presiones que la nueva sociedad ejerce sobre él. Las presiones
sobre el varón español empiezan en la infancia, cuando se espera
más de él que de su hermana; continúan en la escuela y en la
universidad, y alcanzan su cota máxima cuando éste llega a la edad
adulta. Prueba de ello es que, al empezar el siglo, la expectativa de
vida del hombre medio era inferior en un año y once meses a la de la
mujer media. Hoy, el hombre medio muere cinco años y cuatro meses
antes que la mujer.
Las Madres
asumen el mando. Mientras el padre se agota a sí mismo para
salir adelante y triunfar en su trabajo, la autoridad familiar
recae sobre La Madre. Es ella
quien debe civilizar a los pequeños salvajes; quien
insiste en que se acuesten a su hora y se levanten a tiempo para
coger el autocar del colegio; quien consigue que recojan sus
cosas, que ayuden a
poner la mesa y vivan en relativa paz. Y es la Madre quien habla con
los profesores, acude a las reuniones de padres de alumnos y pide
hora al doctor.
El hecho de que el
padre haya delegado en la mujer la autoridad doméstica no hace más
que privar a sus hijos de la influencia masculina que
necesitan para su educación. Sus preocupaciones laborales o sociales
pueden ser interpretadas por los niños como indiferencia
hacia ellos, y provocarles una infelicidad que les llevará a la
rebelión.
Lo que necesita la
familia española, dice doña Clementina Pérez Ferro, no
es el padre lejano y temido, sino un padre abierto, comprensivo y
propicio al diálogo. Y, desde luego, un padre que asuma
personalmente sus deberes paternales y que no los abdique ante las
primeras presiones de la sociedad.
¿ Cómo podemos
volver a introducir a los padres en la vida de sus hijos ? Bien,
para empezar, el padre puede tratar de hacerlo por sí mismo.
Por ejemplo, José Luis
Francas, joven periodista cuyo trabajo le mantiene ocupado a veces
hasta altas horas de la noche e incluso en días festivos, ha
conseguido ser un padre visible. Hasta hace poco, sus dos hijos, de
cinco y siete años, almorzaban en el colegio. Pero José Luis,
comprendiendo que apenas los veía, pasa ahora casi todos los días a
recogerlos y se los lleva a casa a comer con él y con su mujer.
Cuando no tiene tiempo para ello, pide a su esposa que vaya por la
tarde a hacerle alguna visita al periódico con los niños, deja
entonces su trabajo un rato, y los cuatro meriendan juntos en una
cafetería cercana .Puede parecer poca cosa, pero es suficiente para
que sus hijos se sientan queridos y próximos a él.
Los
estudios demuestran que no sólo es la cantidad de tiempo que los
padres pasan en casa lo que verdaderamente cuenta. Importa también
la calidad de su relación con los niños.
La creciente
incorporación de la mujer al trabajo, que está transformando por
completo los esquemas familiares tradicionales, supone un importante
impulso en la tarea de devolver el padre al hogar. Durante siglos,
las funciones se han repartido de forma que el padre mantenía a la
familia con su trabajo, y la madre se ocupaba de los niños y de las
tareas domésticas. Pero, en la actualidad, cada año se incorpora un
número mayor de mujeres a la vida laboral española. Estas mujeres
exigen que, puesto que los dos cónyuges realizan una actividad
laboral, ambos deben compartir por igual los deberes
paterno-familiares.
Empresas
y fábricas, más que cualquier otra institución de nuestra
sociedad, determinan el modo de vida de la familia española, y, por
tanto, tienen la oportunidad de determinar su futuro. Por supuesto,
los empresarios no pueden ser culpados de todos los problemas de
nuestra sociedad. El individuo tiene sus propios fines por los que
luchar. Sin embargo, los empresarios pueden hacer algunas cosas para
ayudar a los hombres a ser padres.
Doña Clementina
Pérez Ferro sugiere, por ejemplo, que las compañías deberían
implantar más jornadas laborales intensivas, bien retribuidas, que
permitiesen a los padres pasar más tiempo con sus hijos. Otra meta
importante es la consecución de la semana laboral de cinco días,
que daría un amplio margen para el descanso y la vida de familia.
También señala la necesidad de que la vida laboral y la escolar
estén más acordes entre sí, para que no se produzcan esas
diferencias de horarios entre padres e hijos.
Como afirma el señor
Boto, ¨ sólo mediante
la correcta ordenación de los factores socioeconómicos se puede
llegar a conseguir una vida familiar más sana, profunda y de mayor
calidad ¨.
Es evidente que
el padre español tiene que volver a ocupar su sitio en el hogar .El
futuro de nuestra sociedad entera depende de ello.
POR MONTSERRAT FERNÁNDEZ
MONTES.
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