Diré
cómo nacisteis, placeres prohibidos,
Como
nace un deseo sobre torres de espanto,
Amenazadores
barrotes, hiel descolorida,
Noche
petrificada a fuerza de puños,
Ante
todos, incluso el más rebelde,
Apto
solamente en la vida sin muros
Corazas
infranqueables, lanzas o puñales,
Todo
es bueno si deforma un cuerpo;
Tu
deseo es beber esas hojas lascivas
O
dormir en ese agua acariciadora.
No
importa;
Ya
declaran tu espíritu impuro.
No
importa la pureza, los dones que un destino
Levantó
hacia las aves con manos imperecederas;
No
importa la juventud, sueño más que hombre,
La
sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestad
De
un régimen caído
Placeres
prohibidos, planetas terrenales,
Miembros
de mármol con un sabor de estío,
Jugo
de esponjas abandonadas por el mar,
Flores
de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.
Soledades
altivas, coronas derribadas,
Libertades
memorables, manto de juventudes;
Quien
insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,
Es
vil como un rey, como sombra de rey
Arrastrándose
a los pies de la tierra
Para
conseguir un trozo de vida.
No
sabía los límites impuestos,
Límites
de metal o papel,
Ya
que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,
Adonde
no llegan realidades vacías,
Leyes
hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.
Extender
entonces la mano
Es
hallar una montaña que prohíbe,
Un
bosque impenetrable que niega,
Un
mar que traga adolescentes rebeldes.
Pero
si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,
Ávidos
dientes sin carne todavía,
Amenazan
abriendo sus torrentes,
De
otro lado vosotros, placeres prohibidos,
Bronce
de orgullo, blasfemia que nada precipita,
Tendéis
en una mano el misterio.
Sabor
que ninguna amargura corrompe,
Cielos,
cielos relampagueantes que aniquilan.
Abajo,
estatuas anónimas,
Sombras
de sombras, miseria, preceptos de niebla;
Una
chispa de aquellos placeres
Brilla
en la hora vengativa.
Su
fulgor puede destruir vuestro mundo.
(
Los placeres prohibidos, 1931)
LUIS
CERNUDA.
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