Al darse cuenta de que su padre se estaba haciendo viejo, el hijo de un ladrón le pidió: ¨Padre, enséñame tu oficio, para que, cuando te retires, pueda yo seguir la tradición de la familia. ¨
El padre no dijo ni palabra, pero aquella noche se llevó al muchacho consigo para asaltar una casa. Una vez dentro, abrió un gran armario y ordenó a su hijo que averiguara lo que había dentro. Apenas el muchacho se había introducido en el armario, el padre cerró violentamente la puerta y dio vuelta a la llave, haciendo tanto ruido que logró despertar a toda la casa. A continuación se largó tranquilamente.
En el interior del armario, el muchacho estaba aterrorizado, enojadísimo y preguntándose cómo iba a arreglárselas para escapar. Entonces tuvo una idea: comenzó a maullar como un gato; con lo cual, un criado encendió una vela y abrió el armario para dejar salir al gato. En cuanto se abrió la puerta, el muchacho saltó afuera y todo el mundo se fue tras él.
Al topar con un pozo que había junto al camino, el muchacho arrojó en él una enorme piedra y se ocultó en las sombras; al cabo de un rato logró escabullirse, mientras sus perseguidores escudriñaban el pozo con la esperanza de descubrir en él al ladrón.
De regreso a su casa, el muchacho se olvidó de su enfado, impaciente como estaba por relatar su aventura. Pero su padre le dijo: ¨¿Para qué me cuentas esa historia? Estás aquí, y eso es lo que importa. Ya has aprendido el oficio.¨
* * * *
ANTHONY DE MELLO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario