domingo, 26 de julio de 2015

EL PAN.


  Te he dicho, Platero, que el alma de Moguer es el vino ¿verdad? No; el alma de Moguer es el Pan. Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro, como el migajón, y dorado en torno - ¡oh sol moreno! - como la blanda corteza.

A mediodía, cuando el sol quema más, el pueblo entero empieza a humear y a oler a pino y a pan calientito. A todo el pueblo se le abre la boca. Es como una gran boca que come un gran pan. El pan se entra en todo; en el aceite, en el gazpacho, en el queso y la uva, para dar sabor a beso, el el vino, en el caldo, en el jamón, en él mismo, pan con pan. También solo, como la esperanza, o como una ilusión...

Los panaderos llegan trotando en sus caballos, se paran en cada puerta entornada, tocan las palmas y gritan: ¨¡El panaderooo!...¨ Se oye el duro ruido tierno de los cuarterones que, al caer en los canastos que brazos desnudos levantan, chocan con los bollos, de las hogazas con las roscas...

Y los niños pobres llaman, al punto, a las campanillas de las cancelas o a los picaportes de los portones, y lloran largamente hacia adentro: ¡Un poquiiito de paaan!...

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

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