A
Paquita G. de la Bárcena
Es
la luz misma, la que abrió mis ojos
Toda
ligera y tibia como un sueño,
Sosegada
en colores delicados
Sobre
las formas puras de las cosas.
El
encanto de aquella tierra llana,
Extendida
como una mano abierta,
Adonde
el limonero encima de la fuente
Suspendía
su fruto entre el ramaje.
El
muro viejo en cuya barda abría
A
la tarde su flor azul la enredadera,
Y
al cual la golondrina en el verano
Tornaba
siempre hacia un antiguo nido.
El
susurro del agua alimentando,
Con
su música insomne en el silencio,
Los
sueños que la vida aún no corrompe,
El
futuro que espera como página blanca.
Todo
vuelve otra vez vivo a la mente,
Irreparable
ya con el andar del tiempo,
Y
su recuerdo ahora me traspasa
El
pecho tal puñal fino y seguro.
Raíz
del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel
amor primero, ¿quién lo vence?
Tu
sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida?
Tierra
nativa, más mía cuanto más lejana?
(Como
quien espera el alba, 1941-1944)
LUIS
CERNUDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario