UNA
PARÁBOLA
Siendo
niño, el anciano había escuchado la historia de una mujer que
encontró en la playa una botella cerrada. Cuando la descorchó, un
genio emergió de ella y concedió a la mujer todos sus deseos. El
anciano pasó el resto de su vida buscando una botella como aquella.
Peinó con paciencia cada playa de cada continente y fue tal su
obsesión que se olvidó por completo de vivir. Nunca estrechó lazos
con nadie ni mantuvo un trabajo durante mucho tiempo. Fue un hombre
infeliz.
Un
día, en una playa cercana a su casa, encontró la botella que había
estado buscando. Por alguna extraña razón, sintió que había un
genio dentro. El corcho de otras botellas era difícil de extraer,
pero este se deslizó fácilmente. Un genio apareció de la nada. Y
le dijo:
-Estoy
aquí para concederte todo lo que desees.
-¿Todo
lo que desee? -replicó el anciano.
-Bueno
-dijo el genio-, casi todo. Como eres muy mayor y nuca has estado
metido en política, es probable que puedas llegar a ser presidente
de Estados Unidos; tampoco sería sensato desear formar parte de un
equipo de baloncesto olímpico. Ni creo que desees conseguir algo a
expensas de otra persona. Así que, no, todo, no. Pero aun así, más
de lo que hayas podido imaginar. Y, desde luego, suficiente para
asegurarte la paz y la felicidad.
El
anciano estaba exultante pero, entonces, se quejó:
-¿Por
qué he tardado tanto en encontrarte? Todo habría sido tan distinto
si te hubiera hallado cuando era joven.
-Ah,
amo -dijo el genio-, ¡pero si he estado contigo todo el tiempo! Yo
no estaba en esa botella. He permanecido contigo, concediéndote
deseos durante toda tu vida. ¿Recuerdas cuando tenías seis años y
deseabas que tu padre te prestara más atención? Te hiciste un corte
en el dedo. No fue un accidente. Tu padre te curó la herida y te
abrazó. ¿Te acuerdas? ¿Y cuando te presentaste a las oposiciones a
auditor del Estado? Entonces estuviste diciéndome que no eras lo
suficientemente inteligente como para aprobarlas y que no merecías
ganar el sueldo que gana un auditor público. ¿Recuerdas cómo te
quedaste en blanco durante el examen? Tu deseo fue concedido.
¨Como
no eras consciente de que estaba cumpliendo tus deseos continuó el
genio-, a menudo estos te perjudicaban. A veces los deseos no eran
tuyos. Procedían de tus padres, profesores, amigos y hasta de los
anuncios de la televisión.
¨Me
alegro que me hayas encontrado. Ahora tus deseos van a ser
considerados y positivos. Ahora podemos trabajar juntos. Juntos
podemos estar sanos, hallar la paz y disfrutar de la riqueza de la
vida. Pero primero lee atentamente este libro. Si sigues sus
instrucciones, te concederé paz, prosperidad y felicidad.
HARRY
W. CARPENTER.
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