Muy
pocos saben aprovechar el asombroso potencial de la mente
subconsciente. A continuación detallo algunas de las proezas de las
que es capaz. Se incluyen ejemplos de algunas llevadas a cabo por
personas con mentes y cuerpo normales. Si esas personas corrientes,
con mentes subconscientes corrientes, son capaces de tales hazañas,
eso significa que tú y yo también lo somos. Pero para ello debemos
recurrir a nuestra mente subconsciente, no a nuestra mente
consciente. Esta última no puede ayudarnos a realizarlas,
pero es ella la que debe incitar a la subconsciente a que lo haga.
Los
logros que aquí expongo se consiguieron sin medicamentos ni
plegarias. Todos hemos oído hablar de curaciones milagrosas,
remisiones espontáneas del cáncer y otras enfermedades, atribuidas
a los rezos o a la visita a un lugar sagrado, como Lourdes.
Existen casos documentados. Pero el poder de la oración es otro
tema, que se tratará al final de estas lecciones.
Empezaré
hablando de los hipnotizadores. Muchos de
vosotros habréis tenido la oportunidad de ver actuar a algún
hipnotizador. Básicamente
lo que hacen es sugestionar a un sujeto sirviéndose de la mente
subconsciente de este. Algo muy sencillo, que
visto desde nuestra mente consciente parece extraordinario.
Presencié
cómo un hipnotizador le hacía creer a un hombre que acababa de
llegar de otro planeta. Cuando le pidió que lo describiera, lo hizo
con todo lujo de detalles. En estado normal, seguramente hubiera sido
incapaz de describir algo tan vívida y espontáneamente delante de
todo ese público, pero su mente subconsciente
demostró tener una imaginación desbordante.
Los
sujetos hipnotizados pueden exhibir una fuerza increíble. Tengo una
fotografía que fue publicada hace muchos años en un periódico
nacional, donde aparece Johnny Carson
suspendido entre dos sillas. Krekin,
un reconocido mentalista (al que no le gusta que le llamen
hipnotizador) grabó en la mente subconsciente de Carson la sugestión
de que era extraordinariamente fuerte y que podía mantener su cuerpo
rígido. Le hizo poner la cabeza en una silla y
los pies en otra. Carson permaneció rígido incluso cuando alguien
se le sentó en el estómago.
Si su mente subconsciente no hubiera aceptado la sugestión, no
habría conseguido tal hazaña. Por cierto, no
intentes hacerlo.
Podrías sufrir una distensión muscular.
Una
sugestión sembrada en la mente subconsciente de un sujeto puede
cambiar su personalidad y hacerle realizar cosas que no haría bajo
circunstancias normales.
Fui testigo de cómo una mujer corriente se pavoneaba por el
escenario actuando como si acabara de ganar el concurso de Miss
América, un hombre perseguía a una escoba como si esta fuera una
despampanante estrella de cine, y otra se abalanzaba-tuvo que ser
retenido- sobre un tipo más grande que él, aun a sabiendas de que
era un musculoso luchador profesional, porque había golpeado a un
perro imaginario.
Se
puede hacer que un sujeto hipnotizado padezca amnesia. En un programa
de la televisión pública estadounidense se hipnotizó a una mujer
que se le pidió que olvidara el número siete. Después, cuando
salió del estado hipnótico, la llevaron a un escenario donde
simularon un concurso. El presentador le dijo que ganaría un millón
de dólares si contestaba a una sencilla pregunta: ¨¿Cuánto son
cuatro más tres?¨. Fue incapaz de contestar. Le dieron dos
oportunidades más con dos preguntas simples cuya respuesta era el
número siete. En ningún caso pudo recordar el número. Entonces le
pidieron que contara los dedos de sus manos. Contó uno, dos, tres,
cuatro, cinco seis, ocho, nueve, diez y once. No pudo decir el siete.
Se sintió además, confundida por el hecho de tener once dedos.
Algunos
doctores, dentistas, psicólogos... utilizan la hipnosis con fines
terapéuticos. Como paliativo para el dolor crónico, como sustituto
de sedación o anestesia, en los partos y para la eliminación de
fobias. Hace
poco leí que incluso se usa la hipnosis en pacientes con quemaduras
graves.
En
otro programa del mencionado canal televisivo, un hipnotizador, en
solo unos minutos, curó a una mujer de su fobia a las serpientes.
Sostuvo sin miedo a una boa constrictor y la dejó enroscarse
alrededor de sus hombros. El hipnotizador curó también a un
espectador que tenía terror a las arañas. El hombre permitió que
una tarántula le trepara por los brazos.
El
doctor James Esdaile, un cirujano escocés del siglo XIX, se ayudaba
de la hipnosis en sus operaciones antes de que existiera la
anestesia. Su índice de éxitos era diez veces mayor que el de sus
colegas. Los pacientes hipnotizados sentían menos dolor y ansiedad,
de manera que su sistema inmunitario se fortalecía y hacía frente a
las infecciones. El doctor Esdaile grababa también sugestiones en la
mente subconsciente de sus pacientes para acelerar su curación. A
mediados del siglo XIX, el índice de mortalidad en las
intervenciones quirúrgicas era del cincuenta por ciento. En las
ciento setenta y una operaciones en las que se valió de la hipnosis,
ese índice fue solo de un cinco por ciento.
Conocí
a un chico que se avergonzaba de las gafas tan gruesas que debía
usar. Leyó los libros de la autora Margaret Darst Corbett sobre la
teoría del oftalmólogo William H. Bates. El doctor Bates creía que
los problemas de visión eran una epidemia en nuestra sociedad,
debida al estrés causado por nuestra cultura frenética. Este estrés
tensa los músculos de los ojos, ocasionando una distorsión en el
globo ocular. La
distorsión del globo ocular afecta al enfoque y causa una visión
borrosa. El doctor Bates cita ejemplos de culturas aborígenes,
libres de estrés, en los cuales no existen los problemas de visión,
ni siquiera a edades avanzadas.
Su
método consiste en una serie de ejercicios diseñados para relajar
los músculos de las cuencas, de modo que los globos oculares vuelvan
a su forma original y las gafas dejen de ser necesarias. El
hecho de eliminar la necesidad de usar gafas no fue bien recibido por
los ópticos y oftalmólogos. El método tampoco
fue muy popular debido a que los ejercicios eran tediosos, requerían
dedicación y los resultados eran inciertos.
El
chico usó la mente subconsciente (el método se incluye en la
lección octava) para
relajar los músculos de los ojos. En unas pocas semanas podía leer
sin gafas.
Algunas
mujeres experimentan lo que se denomina embarazo psicológico
(pseudociesis) y su mente subconsciente hace que se manifiesten
algunos de los síntomas asociados a la gestación:
- Cese de la menstruación.
- Aumento de los pechos.
- Antojos.
- Abultamiento progresivo del abdomen.
- Dolores de parto.
Algunos
ejemplos impresionantes del poder de la mente subconsciente en
pacientes con trastorno de identidad disociativo han sido
documentados en importantes revistas médicas. El trastorno de
identidad disociativo (o trastorno de personalidad múltiple)
sobreviene cuando, a consecuencia de un grave trauma psicológico, el
paciente alterna distintas personalidades. Se han descrito casos en
los que:
- Una personalidad tiene asma mientras que otra personalidad no. Por cierto, en algunos de estos casos (como el que documentó Carl Jung) el médico descubrió que la enfermedad era causada por una experiencia traumática relacionada con la respiración. Es decir, que la mente subconsciente es capaz de ocasionar el asma. De modo que también podríamos suponer que es capaz de eliminarlo.
- Una personalidad tiene un alto coeficiente intelectual, mientras otra lo tiene bajo. Esto no es muy sorprendente, puesto que es fácil para la mente subconsciente hacer que uno actúe como un estúpido.
- Una personalidad está ebria, pero cuando el paciente cambia de personalidad, está sobrio. Esto es impresionante porque, al parecer, la mente subconsciente debe alterar la química del cerebro.
- Una personalidad es diestra, mientras que otra es zurda.
- Una personalidad tiene un color de ojos distinto del de otra personalidad. Conocí a un hombre que era capaz de cambiar el color de sus ojos del marrón al azul. Le costaba unas cuantas semanas poder hacerlo. Pero alguien con una personalidad múltiple lo hace en minutos.
- Una personalidad tiene cicatrices, quistes o tumores, mientras que la otra no. Esto es factible, puesto que se han registrado casos de hipnotizadores que son capaces de hacer que a una persona le salgan ampollas, para luego hacerlas desaparecer igual de rápido. El hipnotizador toca al sujeto con un objeto, como por ejemplo un lápiz, indicándole que se trata de un hierro candente, e inmediatamente empiezan a formársele ampollas. Después le dice que su piel es normal, y las ampollas desaparecen.
- Al cambiar de personalidad el paciente sana de inmediato. Un paciente con trastorno de personalidad múltiple que era alérgico al veneno de avispa recibió una picadura cerca del ojo. Esa área se le hinchó tanto que tuvo que ser llevado de urgencias al hospital. De camino al hospital, cambió de personalidad y la hinchazón desapareció.
El
siguiente experimento muestra el efecto que nuestras actitudes y
creencias tienen sobre nuestro cuerpo y nuestra salud. En
1985, una profesora de Harvard, Ellen Langer, llevó a cabo un
experimento que demostraba que las personas pueden rejuvenecer. La
profesora seleccionó a cien personas de más de setenta años de la
zona de Boston. Las mandó de vacaciones durante diez días a un
complejo que hizo decorar al estilo de los años cincuenta, una
década en la que los sujetos eran mucho más jóvenes. Les puso
música de aquella época, les mostró revistas y periódicos de esos
tiempos y los hizo vestir como lo hacían por entonces. También les
indicó que debían ¨actuar¨como si hubieran vuelto a aquellos
años.
Les
efectuaron pruebas físicas y psicológicas a todos antes y después
de los diez días. Los
resultados en cada categoría mostraban que habían rejuvenecido.
¿Qué había cambiado? ¿Qué restó años a su aparente edad? La
única causa fue un cambio en su forma de pensar. Su mente
subconsciente aceptó la idea de ser más joven.
Tu
mente consciente establece tus límites. Cuando te deshaces de esos
límites y dejas que tu mente subconsciente se haga cargo, puedes
hacer cosas que creías imposibles. Hace cinco décadas, unos
expertos explicaron en una serie de artículos por qué era imposible
para el cuerpo humano correr la distancia de una milla (algo
más de un kilómetro y medio) en menos de cuatro minutos. Todo
el mundo, excepto Roger Banister, creyó que era imposible hacerlo en
menos tiempo. Cuando
Banister rompió la barrera de los cuatro minutos en 1954, otros
corredores duplicaron la hazaña en pocos meses. ¿Qué
había cambiado en esos otros corredores? No habían mejorado sus
condiciones por arte de magia, ni habían modificado su forma de
correr. ¡Habían
cambiado su creencia! Ahora sabían que era posible hacerlo en menos
de cuatro minutos y que si Roger podía, ellos también.
Vasily
Alexeev, un levantador de pesas ruso de primer nivel, no podía
llegar a levantar doscientos veintisiete kilogramos de peso, aunque
habitualmente levantaba doscientos veinticinco. En
1974, su entrenador le gastó una broma para hacer una comprobación.
Puso doscientos veintisiete kilos en la barra y le dijo a Vasily que
había doscientos veinticinco. Convencido, la levantó como de
costumbre. Cuando el entrenador le dijo el peso que realmente había
levantado, su creencia cambió y fue capaz de volver a hacerlo en
competición.
Que
un atleta entrenado consiga levantar doscientos veintisiete kilos no
impresiona tanto como
que una madre presa de un ataque de pánico alce un coche que ha
caído encima de su hijo. ¿Cómo puede hacerlo? Muy
sencillo; porque en estado de pánico su mente consciente se deja de
lado y no puede decirle que es imposible. Tiene
un subidón de adrenalina y simplemente lo hace. Había
oído contar este tipo de relatos a terceros, y en el periódico
Phoenix
Gazette publicaron una historia similar. Describían
un incidente en el que un mecánico levantó un coche que había ido
a parar encima de dos amigos suyos después de que se soltara del
gancho del remolque. También los ayudó a salir de debajo del coche
mientras lo sostenía encima de las rodillas.
Estos
son solo algunos ejemplos demostrativos del poder de la mente
subconsciente, de tu mente subconsciente.
HARRY
W. CARPENTER.
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