No
es el amor quien muere,
Somos
nosotros mismos.
Inocencia
primera
Abolida
en deseo,
Olvido
de sí mismo en otro olvido,
Ramas
entrelazadas,
¿Por
qué vivir si desapareceréis un día?
Sólo
vive quien mira
Siempre
ante sí los ojos de su aurora,
Sólo
vive quien besa
Aquel
cuerpo de ángel que el amor levantara.
Fantasmas
de la pena,
A
lo lejos, los otros,
Los
que ese amor perdieron,
Como
un recuerdo en sueños,
Recorriendo
las tumbas
Otro
vacío estrechan.
Por
allá van y gimen,
Muertos
en pie, vida tras la piedra,
Golpeando
impotencia,
Arañando
la sombra
Con
inútil ternura.
No,
no es el amor quien muere.
(Donde
habite el olvido, 1932-1933)
LUIS
CERNUDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario