lunes, 10 de agosto de 2015

EPÍLOGO.



( Poemas para un cuerpo)


Playa de la Roqueta;
Sobre la piedra, contra la nube,
Entre los aires está, conmigo
Que invisible respiro amor en torno tuyo.
Mas no eres tú, sino tu imagen.


Tu imagen de hace años,
Hermosa como siempre, sobre el papel, hablándome,
Aunque tan lejos yo, de ti tan lejos hoy
En tiempo y en espacio.
Pero en olvido no, porque al mirarla,
Al contemplar tu imagen de aquel tiempo,
Dentro de mí la hallo y lo revivo.


Tu gracia y tu sonrisa,
Compañeras en días a la distancia, vuelven
Poderosas a mí, ahora que estoy,
Como otras tantas veces
Antes de conocerte, solo.


Un plazo fijo tuvo
Nuestro conocimiento y trato, como todo
En la vida, y un día, uno cualquiera,
Sin causa ni pretexto aparente,
Nos dejamos de ver. ¿Lo presentiste?
Yo, sí, que siempre estuve presintiéndolo.


La tentación me ronda
De pensar, ¿para qué todo aquello;
El tormento de amar, antiguo como el mundo,
Que unos pocos instantes rescatar consiguen?
Trabajos del amor perdidos.


No. No reniegues de aquello,
Al amor no perjures.
Todo estuvo pagado, sí, todo bien pagado,
Pero valió la pena,
La pena del trabajo
De amor, que a pesar ibas hoy perdido.


En la hora de la muerte
(Si puede el hombre para ella
Hacer presagios, cálculos),
Tu imagen a mi lado
Acaso me sonría como hoy ma ha sonreído,
Iluminando este existir oscuro y apartado
Con el amor, única luz del mundo.

(Desolación de la Quimera, 1956-1962)

LUIS CERNUDA.

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