Instalado
de nuevo en Madrid -esta vez en la famosísima Residencia de
Estudiantes-, Juan Ramón Jiménez comienza una etapa decisiva en su
evolución. Otro hecho fundamental marca estos meses; el poeta conoce
a Zenobia Camprubí, con la que inicia un noviazgo que durará tres
años. Es la época de composición de libros como Estío -que
no aparecerá, sin embargo, hasta 1916- y de la publicación de obras
importantísimas que señalan un giro radical en la producción del
poeta, sobre todo las tituladas Diario de un
poeta recién casado (1917),
Eternidades (1918),
Piedras y cielo (1919)
y Belleza (1923).
En
Estío
se perciben ya los primeros síntomas de esta evolución nostálgica
y apasionada de borrosas figuras femeninas, se actualiza, se hace
indagación de una realidad presente; y, por otra parte, esa mujer
única comienza a ser identificada, como bien perfecto al que se
aspira, con la poesía, como se advierte ya en el poema con que
comienza el libro:
Pasan
todas, verdes, granas...
Tú
estás allá arriba, blanca.
Todas,
bullangueras, agrias...
Tú
estás allá arriba, plácida.
Pasan
arteras, livianas...
Tú
estás allá arriba, casta.
Diario
de un poeta recién casado
(1917), escrito en gran parte durante el viaje a Estados Unidos,
adonde Juan Ramón acudió para casarse con Zenobia, supone un avance
considerable con respecto a la obra anterior. ¨Es
mi mejor libro¨,
escribiría el poeta muchos años después. Aún dejando aparte esta
preferencia del autor, lo cierto es que el Diario
abre
nuevas perspectivas en la poesía juanramoniana
y
explora temas y formas que luego aprovecharán muchos poetas de la
generación del 27.
RICARDO
SENABRE SEMPERE.
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