No
carece el invierno gris, de encanto,
Cambia
de Sur a Norte, con más o menos frío,
Lluvia
y agua que, arrastra nuestro río,
Hielo
y nieve, para el huerto ayer sediento.
No
quiero convertir, este canto en un lamento,
Sino
alzar mi voz ante la belleza,
Que
deslumbra al Pueblo pieza a pieza,
Con
el suave nevar de este momento.
Los
niños al jugar, ríen contentos,
Construyendo
de blanco, sus muñecos,
En
aceras, en las calles o en los bancos.
Los
hombres desde el bar, observan atentos,
Un
ser solitario, anda entre la nieve,
Botijo
en mano, recto hacia la fuente,
Toca
el agua cortante, llena el recipiente,
Y
va dejando las huellas, cuando vuelve,
La
mirada perdida, en tenues luces,
Y
pensamientos cruzados en laberintos.
¿Hacemos
caso a la razón o a los instintos?
Para
evitar volver a caer de bruces.
Vivamos,
en el esplendor de la hermosura,
Dejémonos
de historias de cosas banales,
Y
gocemos de las riquezas terrenales.
Día
a día sin perder la cordura.
Hoy
el pueblo deslumbra con su blancura,
Destacándose
en un mundo de colores,
Respirando,
con el aire sus olores,
De
sus chimeneas, que desprenden la ternura.
Salinas
del Manzano, Cuenca, 19 de febrero de 2003.
JUAN MARCOS CLIMENT CARBONELL.
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