Han
descuajado un árbol. Esta misma mañana,
el
viento aún, el sol, todos los pájaros
lo
acariciaban buenamente. Era
dichoso
y joven, cándido y erguido,
con
una clara vocación de cielo
y
con un alto porvenir de estrellas.
Hoy,
a la tarde, yace como un niño
desenterrado
de su cuna, rotas
las
dulces piernas, la cabeza hundida,
desparramado
por la tierra y triste,
todo
deshecho en hojas,
en
llanto verde todavía, en llanto.
Esta
noche saldré -cuando ya nadie
pueda
mirarlo, cuando ya esté solo
a
cerrarle los ojos y a cantarle
esa
misma canción que esta mañana
en
su pasar le susurraba el viento.
(Poemas
de Punta del Este, 1945-1956)
RAFAEL
ALBERTI.
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