¡Si
yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
hoy,
junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte
como entonces,
como
cuando descalzo por tus verdes orillas
iba
a tu mar robándole caracoles y algas!
Bien
lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
por
haberte llevado tantos años conmigo,
por
haberte cantado casi todos los días,
llamando
siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo
luminoso que me aconteciera.
Siénteme
cerca, escúchame
igual
que si mi nombre, si todo lo tangible.
Proyectado
en la cal hirviente de tus muros,
sobre
tus farallones hundidos o en los huecos
de
tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy
tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
Yo
sé que lo lejano,
sí,
que lo más lejano, aunque se llame
Mar
de Solís o Río de la Plata,
no
hace que los oídos
de
tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por
encima del mar voy de nuevo a cantarte.
(Ora
marítima, 1953)
RAFAEL
ALBERTI.
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