Aquella
flor anónima
de
pétalos iguales
que
sola está en el páramo
de
grises pizarrales.
¿por
qué ha nacido allí?
Y
aquella moza rústica
que
a ser esclava aspira
de
aquel pastor selvático
que
huraño y torvo mira,
¿por
qué lo adora así?
¿Por
qué meter el cernícalo
su
nido en la hendidura
y
el colorín minúsculo
lo
guarda en la espesura
del
viejo carrascal?
¿Por
qué las oropéndolas
lo
cuelgan del encino
y
aquellos otros pájaros
sotiérranlo
en el fino
tapiz
del arenal?
¿Por
qué a la loba escuálida
creó
Naturaleza
vecina
de la tórtola
que
arrulla en la maleza
la
calma del cubil?
¿Por
qué son hermosísimos
los
blancos recentales?
¿Por
qué tan torvos y hórridos,
por
qué tan desleales
la
hiena y el reptil?
¿Por
qué vivirá errático,
sin
nido, el necio cuco?
¿Por
qué será el policromo
vistoso
abejaruco
tan
áspero cantor?
¿Por
qué de dulce música
tesoro
tal Dios guarda
para
el pardillo mísero,
para
la alondra parda
y
el pardo ruiseñor?
¿Por
qué destila bálsamos
el
mísero cantueso
que
vive en la estériles
calvicies
de aquel teso
paupérrimo
vivir?
¿Por
qué las pomposísimas
peonías
fastuosas
producen
esas fétidas
grandes
grasientas rosas
de
enfático vestir?
¿Por
qué vierten las víboras
ponzoñas
dañadoras?
¿Por
qué las beneméritas
abejas
labradoras
producen
rica miel?
¿Por
qué si bajan límpidas
a
un labio que sonría
las
gratas puras lágrimas
que
arranca la alegría
también
saben a hiel?
¿Por
qué... Curioso espíritu,
no
quieras indagarlo,
ni
en tristes secas fórmulas
pretendas
encerrarlo
si
no quieres llorar.
Misterios
que sois únicos
divinos
bebederos
de
encantos sabrosísimos;
¡tocaros
es perderos!
¡Vivilos
es gozar!
JOSÉ
Mª GABRIEL Y GALÁN.
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