El discípulo se acercó al
maestro:
-Durante años he buscado la
iluminación -dijo-. Siento que estoy cerca.
Quiero saber cuál es el paso
siguiente.
-¿De que vives? -le preguntó
el maestro.
-Todavía no he aprendido a
ganarme la vida; me ayudan mi padre y mi madre. En cualquier caso, es
un detalle insignificante.
-El paso siguiente es mirar al
sol durante medio minuto -dijo el maestro.
El discípulo obedeció. Al
acabar, el maestro le pidió que describiese el campo a su alrededor.
-No puedo verlo, el brillo del
sol cegó mis ojos respondió el discípulo.
-Un hombre que sólo
busca la luz, y deja sus responsabilidades a los demás, acaba por no
encontrar la iluminación. Un hombre que mantiene sus ojos
fijos en el sol acaba por quedarse ciego -comentó el
maestro.
PAULO COELHO.
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