Tus
cartas son un vino
que
me trastorna y son
el
único alimento
para
mi corazón.
Desde
que estoy ausente
no
sé sino soñar,
igual
que el mar tu cuerpo,
amargo
igual que el mar.
Tus
cartas apaciento
metido
en un rincón
y
por un redil y hierba
les
doy mi corazón.
Aunque
bajo la tierra
mi
amante cuerpo esté,
escríbeme,
paloma,
que
yo te escribiré.
Cuando
me falte sangre
con
zumo de clavel,
y
encima de mis huesos
de
amor cuando papel.
MIGUEL
HERNÁNDEZ.
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