Ven,
mi amor, en la tarde del Aniene
y
siéntate conmigo a ver el viento.
Aunque
no estés, mi solo pensamiento
es
ver contigo el viento que ya viene.
Tú
no te vas, porque mi amor te tiene.
Yo
no me iré, pues junto a ti me siento
más
vida de tu sangre, más tu aliento,
más
luz del corazón que me sostiene.
Tú
no te irás, mi amor, aunque lo quieras.
Tú
no te irás, mi amor, y si te fueras,
aun
yéndote, mi amor, jamás te irías.
Es
tuya mi canción, en ella estoy.
Y
en ese viento que va y viene voy.
Y
en ese viento siempre me verías.
(Los
hijos del Drago y otros poemas, 1986)
RAFAEL
ALBERTI.
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