sábado, 6 de febrero de 2016

DEL CAMINO. PRELUDIO.

XXVII

   La tarde todavía
dará incienso de oro a tu plegaria,
y quizás el cenit de un nuevo día
amenguará tu sombra solitaria.
   Más no es tu fiesta el Ultramar lejano,
sino la ermita junto al manso río;
no tu sandalia el soñoliento llano
pisará, ni la arena del hastío.
   Muy cerca está romero,
la tierra verde y santa y florida
de tus sueños; muy cerca, peregrino
que desdeñas la sombra del sendero
y el agua del mesón en tu camino.

ANTONIO MACHADO.

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