A
lluvia de calor, techo de parras;
a
reposo de pino,
actividad
de avispas y cigarras
y
el sarmiento fino,
cuerda
de pompas y sostén de vino.
Morada
episcopal, la cepa nimia,
bajo
la luz levante,
en
situación se pone de vendimia,
luciendo
a cada instante
racimos
en estado interesante.
India
del grano, asociación del lujo,
vinícola
paisaje,
como
un Mediterráneo sin reflujo,
ni
flujo ni oleaje,
sólo
esplendor y espuma de ramaje.
Pronto
se besarán en la banasta,
nido
por coincidencia,
hasta
que diga el pie bailable: ¡basta!
Las
uvas; concurrencia,
asiduidad
de peso y transparencia.
Les
concede sazón en su mañana
la
Virgen del Carmelo;
pronto
la ubre oro y la de grana
enviscarán
el suelo
de
moscatel y tinto caramelo.
Al
vino ya la tumba de madera
le
prepara su fondo;
el
vaso su torreón, su vinajera
la
misa, el cáliz mondo;
¡triunfo
y consagración de lo redondo!
Lo
calzarán las botas, a las cuales,
si
aspecto da, despega;
latidos
de las vides y costales,
palpitación
y entrega
al
archivo mayor de la bodega.
Subterráneo
pantano de los vinos,
y
camposanto oscuro
con
cruz de grifo y muertos extrafinos,
como
un dulce seguro
de
fontanas de pino y vino puro.
¡Qué
agrado será allí verle cubierto,
hacerse
espeso anciano,
impedido
de árbol como el muerto,
redondo
como el grano,
pistola,
por el grifo, herir la mano!
Llave
del vino, sexo que atraganta
la
mano tabernera;
grifo
corriente, y no, freno que canta
y
calla, y no, y espera,
y
sangra geometrías de madera.
¡Qué
regalo beberlo con aroma
y
calidad de higo,
sobre
carácter de panal y goma,
y
un cireneo amigo
buscar
para el error, la duda digo!
Líquidamente
rubios, genuflexos,
como
los amarantos
y
las corbatas, tornará los sexos,
y
hará doctores, ¿cuántos?,
consultores
de esquinas y de cantos.
Como
si fuera el Santo Sacramento
lo
alzaré en los manteles,
o
el Espíritu Santo del tormento
en
figura de mieles,
o
la Transformación de los claveles.
Calentará
como un rojo solsticio
el
hueso de mi frente,
y
seré, con su carga, sin mi juicio,
no
el yo de diariamente,
si
otro loco mejor y diferente.
MIGUEL
HERNÁNDEZ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario