CAPÍTULO
XVIII
Sonó
el timbre de la puerta. Violeta se dirigió hacia ella y abrió.
-Hola,
buenas tardes, quería pedirle disculpas.
-Buenas
tardes, señor Kipling.
Él
presentaba un gesto afable. Ella le miró seria, pero este hombre de
pelo y barba blanca mantenía la sonrisa. Tras un momento de
indecisión, recapacitó sobre su actitud de unos días atrás. Y es
que viéndolo le resultaba difícil pensar mal, de hecho, todo
comenzó porque se prestó a ayudarla con las bolsas del súper.Ese
recuerdo terminó por hacerla reconsiderar su postura y, finalmente,
le dedicó el principio de una sonrisa, aunque algo forzada.
-Tal
vez sea yo la que deba pedirle disculpas.
-Lo
siento,, ya no es posible, la iniciativa la he tomado yo. Violeta se
relajó un poco-.Además, me he atrevido a traerle un regalo, espero
que no me lo reproche.
El
señor Kipling adelantó la mano y ante ella el papel elegante con
cinta dorada que remataba en un lazo.
-¡Oh!,
por favor,no sé qué decirle, no debía...,de verdad..., siento mi
comportamiento, no fue el adecuado.
Realmente
la había sorprendido.
-No
se preocupe, la entendí perfectamente.
Violeta
lo tomó, le hizo ilusión, hacía tiempo que no se acordaban de ella
con un detalle.
-Por
favor, pase, ¿me aceptaría un café?
-¿Al
estilo italiano?
-Por
supuesto. -Ella hizo un gesto afirmativo con la cabeza mientras
mantenía la sonrisa.
-Me
encantará.
Se
adentraron en el apartamento.
-Siéntese
aquí, en dos minutos le traigo su café, ¿cómo le gusta?
-Por
favor, un espresso pequeño, concentrado, como solo lo he probado en
su país, ese que ponen en unas tacitas que apenas son más grandes
que un dedal.
-Tengo
esas tazas.
-¡No
me diga!, pues un mini espresso con una puntita de azúcar.
Al
poco apareció Violeta con una pequeña bandeja donde lo que más se
veía eran unos pastelitos de hojaldre. El señor Kipling estaba
alegre y su humanidad, siempre presente en su figura,llenaba el
salón.
-No
pensé que volviera a probar este café y los dulces italianos, sois
unos verdaderos artesanos de la cocina, bueno, ¡qué digo! -a su
mente vinieron grandes nombres-, y de todo lo que se llame arte.
-Espero
que le guste -dijo ella sentándose también.
-¡Oh!,delicioso.
-Lo
voy a abrir -comentó cogiendo el regalo.
-¡Oh!,
por favor.
Se
sorprendió. Era una pequeña lámina enmarcada, pero de inmediato le
resultó muy llamativa.
-¿Le
gusta?
-Sí,
muchísimo, tiene fuerza.
Tiene
belleza, fuerza, amor de madre, todo corazón. Así es como la vi yo
el otro día.
-¡Oh!,
gracias; pero seguro que me vio peor que a esta mujer.
-No,
la vi igual, fíjese en los brazos en jarras.
-¡Es
verdad! -Violeta observaba y sonreía mientras afirmaba con la
cabeza.
-Y
la intensidad, la fuerza que le da el color rojo que predomina, pero
sobre todo el corazón, fíjese cómo lo distingue destacándolo
sobre el resto, desprende amor. Una mujer todo corazón.
-Por
favor, señor Kipling, me voy a poner roja yo también.
Estaba
verdaderamente sorprendida, comprendía lo que decía su vecino y los
paralelismos que se daban con ella... desde el punto de vista de su
vecino.
-Es
un dibujillo de Paul Klee -dijo, después dio un sorbo al café.
-¡¿Cómo
dice eso...?! -El señor Kipling aún tenía la pequeñísima taza
pegada a los labios, y se encogió de hombros. ¡Es un gran cuadro!
-Entonces
creo que he acertado -sonrió contento-,porque este hombre solía
pintar e dimensiones reducidas.
-¿Cómo
lo tituló?
-La
Reina de Corazones,lo pintó en
1922.
-Va
a hacer cien años.
-Sí,los
sentimientos maternales de la mujer no han cambiado, afortunadamente
-dijo tomando otro pastelito.
-Pero
el rostro es un poco felino, ¿no?
-¡Ah!,
se ha dado cuenta. Le gustaban mucho los gatos, lo aplicaba a sus
dibujos interrelacionándolos con la mujer.
No hay que olvidar que antiguamente las egipcias se pintaban los ojos
rasgados por su adoración a estos animales, y eran gatas la diosa de
la guerra, la de la fertilidad, la de la alegría, la de la
maternidad, la guardiana del hogar y la defensora de los hijos. A
principios del siglo XX las grandes tendencias pictóricas
encontraban nuevos caminos, pero siempre con un recuerdo del arte
primitivo, como Picasso
y sus constantes referencias africanas. Posiblemente
esa fue la conexión de Paul Klee.
-Es
verdad, tiene gran fuerza a pesar de lo pequeño afirmó Violeta, que
en dos cortos sorbos se tomó todo su café.
-Me
alegra haber acertado, quería que supiera cómo la vi el otro día,
y la comprendo.
-Gracias,
me ha gustado mucho, y ahora sé que me equivoqué al interpretar sus
palabras.
-No
se preocupe, ¿sabía que también fue un gran músico?
-¿Paul
Klee?
-Sí,
Violinista, desde niño fue considerado como un virtuoso, llegó a
tocar en la Orquesta Sinfónica de Berna, de la que su padre era
Director; pero lo dejó, tengo la impresión de que no le gustaba
destacar.
-Pues
Paolo nos pidió estudiar música y está muy contento.
-Creo
que a Paolo le debe de ocurrir lo mismo que a Paul Klee, que tampoco
desea destacar.
Violeta
de inmediato recordó las palabras del grupo de psicólogos unos años
atrás, en el sentido de que Paolo les mentía cuando le hacían los
test.
-¿Usted
cree?
-Sí,
cuando lo veo caminando por la acera, con ustedes, desprende
libertad. Pero cuando aparecemos los demás se convierte en retraído,
salvo cuando se le habla sobre cosas que le interesan y él no
percibe que se le está examinando..., se olvida y aparece con
naturalidad su inteligencia. Es increíble que un niño de su edad
vea, comprenda, y diga lo que le escuché el otro día.
-¿Sobre
sus fotografías?
-Sobre
todo, lo capta todo, lo filtra y lo interioriza junto a otras
enseñanzas que ya tiene, con una naturalidad y una lógica que yo no
he visto en mi vida. Además... ¡es que tiene criterio personal
propio sobre conceptos abstractos, a su edad!
-Bueno...,
tiene gran curiosidad por algunas cosas, y también una memoria
increíble.
-Eso
es signo de inteligencia, pero hoy no le quiero hablar de su mirada.
-No,
por favor, de su mirada ya me habló bastante. -Ella sonrió y le
hizo un gesto de reproche amistoso mientras cogía un pastelito.
-Violeta,
usted habrá oído hablar de las inteligencias múltiples.
-Sí,
algo he escuchado,
creo que se está aplicando en algunos colegios donde se imparten las
materias en función de las características de los alumnos,
enseñándoles desde los puntos de vista para los que están más
dotados.
-Efectivamente,
se trata de que hasta ahora la inteligencia se había visto como una,
pero en este momento es aceptada la teoría de Howard
Gardner que manifiesta
que hay distintos tipos de inteligencia, además, independientes las
unas de las otras.
-Lo
que me sorprende de mi hijo es que desde pequeño se ha comportado de
una forma muy madura. Jamás ha cogido una rabieta. Además...
escucha todo lo que le decimos.
-Creo
que Paolo genéticamente tiene una buena base, pero la educación y
los conocimientos que le habéis dado han influido enormemente. Me
estuvo hablando de cómo se construía en Nápoles antes.
-¡Ah!,
¿sí?, eso se lo comenté hace mucho tiempo. Violeta se quedó
pensativa-, siempre le han atraído muchísimo las construcciones.
-Pues
me estuvo hablando de cómo excavaban y extraían del mismo solar
sobre el que se construía los materiales necesarios, también me
habló de que el hombre, cuando muere, se convierte en tierra.
-Polvo
eres y en polvo te convertirás. Sí, en algún momento se lo habré
dicho.
-¿Se
da cuenta?, lo interrelaciona todo, me estaba hablando de metafísica,
de la esencia de las cosas y de que el principio de todo es la
tierra, de que todo y todos estamos hecho de lo mismo..., eso no es
normal.
-¿Qué
me dice, que va desarrollando él mismo sus propias ideas basándose
en las distintas explicaciones que le damos?
-Así
es..., y no creo que se haya puesto a leer sobre estos temas, que
también sería extraño a su edad.
-Por
supuesto que no, su aprendizaje es más bien visual. Creo que él
saca sus propias conclusiones. De vez en cuando nos pregunta sobre
algo muy concreto, pero después es muy callado con respecto a su
mundo interior.
-Independientemente
de que sea inteligente, lo que me llama la
atención es precisamente cómo interrelaciona todo y lo mete dentro
de una lógica, como cada pieza de un puzle, que tiene que coincidir
su forma con las piezas que le rodean.
No es solo una inteligencia matemática o lingüística, que son las
que siempre se han tenido en cuenta, estamos
hablando de inteligencia espacial y natural como nunca antes he
apreciado en nadie.
-Sin
embargo, los psicotécnicos son normales.
-Primero
habría que ver cuáles y cómo están formulados esos psicotécnicos,
y en segundo lugar habría que analizar cómo piensa su hijo de que
le evalúen su mundo interior, que es suyo, como él lo entiende, y
de nadie más.
-Es
posible que no se quiera dejar evaluar.
-Eso
es exactamente lo que le estoy diciendo,
-Me
está preocupando.
-¿Por
qué?
-Me
está describiendo a mi hijo de una forma que no lo conozco.
-Los
padres nunca conocen del todo a los hijos, a veces incluso son los
que menos. ¿Conocemos realmente a la persona con la que compartimos
media vida? Todos tenemos nuestros secretos.
Violeta
volvió a estar pensativa, interiorizó con respecto a ella misma
esas palabras. Su vecino la miró.
-Tampoco
me tome my en serio, yo solo me preocuparía de que Paolo fuera
feliz.
-Creo
que lleva razón, no sabe cómo le agradezco su visita de esta tarde,
por todo.
-Me
alegro, ha sido muy agradable tomarme este café maravilloso. Y
Violeta..., siempre que me necesite..., vivo enfrente.
-Gracias,
señor Kipling.
ANTONIO
BUSTOS BAENA.
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