Un
tipo llega a un bar, se sienta en la barra y pide cinco vasos de
whisky.
-¿A
la vez? -pregunta el camarero
-Sí,
los cinco -contesta el parroquiano- solos, sin hielo.
El
encargado le sirve y el cliente se los bebe de un trago.
-Camarero
-dice-. Ahora sírvame cuatro
vasos de whisky, sin hielo.
Mientras
el hombre los sirve, le empieza a ver al cliente una sonrisa
estúpida. Después de beberse seguidos los cuatro vasos, trata de
sostenerse y mientras se agarra de la barra exclama: ¨¡Muchacho!
Tráeme tres vasos más de whisky¨. Se ríe un poco y añade: ¨Sin
hielo¨.
El
camarero obedece y el cliente se los vuelve a beber rápidamente.
Ahora
no sólo la sonrisa es estúpida, la mirada también.
-¡Amigo!
-dice ahora en voz alta-. Ponme dos vasos de los mismo.
Se los
empina y grita dirigiéndose una vez más al cantinero: ¨¡Hermano!
Tú eres como un hermano para mí...¨.
Ríe a
carcajadas y añade: ¨Sírvame una copa más de whisky, sin hielo.
Pero sólo una, ¿ehhh?... Solamente una...¨.
El del
bar le sirve.
El
tipo se bebe la solitaria copa de un solo trago y, debido a un mareo
irresistible, cae al suelo total y definitivamente ebrio.
Desde
el suelo le dice al cantinero: ¨Mi médico no me quiere creer, pero
tú eres testigo.
¡Cuanto menos tomo peor me hace!¨.
JORGE
BUCAY.
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