V
La
luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados
soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las
zarzamoras... alguien se esconde, tácito, a nuestro pasar... Sobre
el vallado, un almendro inmenso, nívio de flor y de luna, revuelta
la copa con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas
de marzo... Un olor penetrante a naranjas... Humedad y silencio... La
cañada de las brujas...
-¡Platero,
qué... frío!
Platero,
no sé si con su miedo o con el mío, trota, entra en el arroyo, pisa
la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas de
cristal se enredara, queriendo retenerlo, a su trote...
Y
trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le
fuese a alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave, que parece que nunca
llega, del pueblo que se acerca.
JUAN
RAMÓN JIMÉNEZ.
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