XVI
-Muy
bien, Eiriann, la clase ha terminado. Practicar todos en casa durante
el fin de semana.
Los
pequeños comenzaron a recoger sus cosas y Paolo volvió la cabeza
para verla. No existía nadie tan bella como ella. Todo lo que hacía
parecía diferente, un halo que la envolvía, como en ese momento,
una sonrisa, una breve bajada de párpados para decirle gracias a la
profesora.
Después
de echar un vistazo a la calle tras la verja y a los padres que
estaban recogiendo a sus hijos, ella se sentó en el mismo banco que
la vio por primera vez. Paolo pensó que estaba esperando a que la
recogieran, dudó, pero finalmente se decidió.
-Hola.
-Hola
-le contestó ella tras una breve mirada.
Estaba
sacando un tablet del bolsillo de la mochila. Paolo observaba pero no
decía nada. Ella estaba concentrada en la pantalla, parecía no
encontrar lo que buscaba. Ahora sacó unos auriculares blancos, los
conectó y se los colocó en los oídos. Al segundo pareció reparar
en algo, y quitándose el auricular del lado en el que estaba Paolo
se lo ofreció.
-¿Quieres?
-Bueno.
Ella
tocó el play y orientó la pantalla hacia Paolo para que la pudiera
ver mejor. Era una película de dibujos animados y a él no le
gustaban, pero estaba a su lado. Todo en ella era distinto, especial.
Detuvo
la reproducción y se giró hacia Paolo.
-¿No
te ríes?
-No
me gustan.
-¿Qué...?
-No
me gustan los dibujos animados.
Ella
lo miró extrañada.
-No
conozco a nadie que no le gusten estos dibujos.
Paolo
se encogió de hombros.
-Pero
la música sí te gusta..., ¿verdad?
-Sí,
la música sí.
-Participas
poco en clase.
-Es
que voy un poco atrasado, pero en cuanto coja el nivel...
-Mira,
esta es mi canción favorita.
La
niña buscó en su archivo de videos y pulsó uno. La música rítmica
de una guitarra eléctrica comenzó a sonar mientras en la imagen
aparecía la reja de una alcantarilla, y entre sus barrotes saltó al
exterior una pelota de tenis. Detrás de ella fueron saliendo un
montón de muñecajos, un perro, una serpiente..., que comenzaron a
perseguir a la pelota por las calles reales de una gran ciudad. La
realidad y la fantasía se unían a la música, también
aparecieron los autores, que hacían tonterías mientras los muñecos
salían de cualquier parte... Finalmente, Paolo también rió.
Se
fijó en los datos del videoclip, eran Honeyroot con su canción
Where I Belong.
-¿Te
ha gustado?
-Sí,
mucho.
Ella
se le quedó mirando fijamente durante unos segundos.
-Te
llamas Di Rossi, ¿no?
-Sí,
Paolo Di Rossi.
-¿De
dónde eres?
-He
nacido aquí, en Manhattan, pero mis padres vinieron de Italia.
-Yo
he nacido en Irlanda, como mis padres.
Paolo
la estaba mirando, no conocía a nadie de Irlanda, eso debía ser, el
toque peculiar de los nacidos allí la hacía distinta.
-Mi
nombre es Eiriann, ¿sabes lo que significa?
-No
-dijo al mismo tiempo que negaba con la cabeza.
-Significa
¨nacida en Irlanda¨. Mi país es muy bonito.
Y
entonces Paolo pensó que efectivamente debía ser un país realmente
bello, con un idioma que era capaz de recoger en sus
nombres un detalle como ese: ¨Eiriann, nacida en Irlanda¨.
Paolo
recordó la canción que acababa de escuchar.
-Pon
el video de nuevo, por favor.
Y
comenzó a sonar. Su gesto era ahora más alegre, le hacían
más gracia los muñecos y, no solo eso, la canción adquirió en
esos momentos un sentido que antes no tenía. Where I Belog -Donde yo
pertenezco-. Sintió unas sensaciones en su interior hasta ese
momento desconocidas.
ANTONIO
BUTOS BAENA.
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