Noviembre
de 1918
(GRANADA)
La
miel es la palabra de Cristo.
El
oro derretido de su amor.
El
más allá del néctar.
La
momia de la luz del paraíso.
La
colmena es una estrella casta,
Pozo
de ámbar que alimenta el ritmo
De
las abejas. Seno de los campos
Tembloroso
de aromas y zumbidos.
La
miel es la epopeya del amor,
La
materialidad de lo infinito.
Alma
y sangre doliente de las flores
Condensada
a través de otro espíritu.
(Así
la miel del hombre es la poesía
Que
mana de su pecho dolorido,
De
un panal con la cera del recuerdo
Formado
por la abeja de lo íntimo.)
La
miel es la bucólica lejana
Del
pastor, la dulzaina y el olivo.
Hermana
de la leche y las bellotas,
Reinas
supremas del dorado siglo.
La
miel es como el sol de la mañana,
Tiene
toda la gracia del estío
Y
la frescura vieja del Otoño.
Es
la hoja marchita y es el trigo.
¡Oh
divino licor de la humildad,
Sereno
como un verso primitivo!
La
armonía hecha carne tú eres,
El
resumen genial de lo lírico.
En
ti duerme la melancolía,
El
secreto del beso y del grito.
Dulcísima.
Dulce. Este es tu adjetivo.
Dulce
como los vientres de las hembras.
Dulce
como los ojos de los niños.
Dulce
como la sombra de la noche.
Dulce
como una voz
O
como un lirio.
Para
el que lleva la pena y la lira,
Eres
sol que ilumina el camino.
Equivales
a todas la bellezas
Al
color, a la luz, a los sonidos.
¡Oh!
Divino licor de la esperanza,
Donde
a la perfección del equilibrio
llegan
alma y materia en unidad
Como
en la hostia cuerpo y luz de Cristo.
Y
el alma superior es de las flores.
¡Oh
licor que esas almas has unido!
El
que te gusta no sabe que traga
Un
resumen dorado del lirismo.
FEDERICO
GARCÍA LORCA.
E
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