En
las tertulias organizadas por doña Cipriana, abuela de los Machados,
Manuel y Antonio conocen al gran actor Ricardo Calvo y a sus hijos, y
se interesan tempranamente por el movimiento teatral de Madrid, que
oscila entre los dramas posrománticos de la escuela de Echegaray y
el sainete breve, representado a menudo en lo que se denominaba
¨teatro por horas¨.
Los
espectáculos teatrales y los taurinos -son los años de gloria de
toreros como Lagartijo y Espartero-, así como las verbenas
populares, constituyen las diversiones más frecuentes. Los
aspirantes a artistas, los escritores, los periodistas tienen también
la posibilidad de acudir a cualquiera de las numerosas tertulias que,
con carácter abierto, se organizan todos los días en ciertos cafés
y que sirven también como lugares de encuentro. Es una de esas
tertulias cotidianas, la del café de Fornos,
donde
Antonio y su hermano Manuel conocen al periodista y autor Enrique
Paradas, fundador de una publicación. La
Caricatura,
en la que muy pronto colaborarán los dos hermanos con artículos de
crítica teatral que firman amparándose en diversos seudónimos:
Polilla,
Cabellera, Tablante de Ricamonte.
Los dos Machado frecuentan el mundo de la bohemia madrileña, donde
sobresale ya la indiscutible personalidad de un joven llamado Ramón
del Valle Inclán.
Poco
antes, en 1893, ha muerto don Antonio Machado Álvarez; había ido a
Puerto Rico como registrador de la propiedad, en busca de mejor
fortuna para sostener a la familia que quedaba en España, y volvió
gravemente enfermo para morir en Sevilla, sin tiempo siquiera para
llegar a Madrid y sin que sus hijos tuvieran oportunidad de verlo aún
vivo. Así evocará Antonio, muchos años más tarde, al inquieto
investigador de las tradiciones populares, el gran recopilador de
coplas, cuentos orales, acertijos y curiosidades que fue don Antonio
Machado Álvarez.
Mi padre,
aún joven, lee, escribe, hojea
sus libros
y medita. Se levanta;
va hacia
la puerta del jardín. Pasea
A veces
habla solo, a veces canta.
Y en 1895
fallece el abuelo, Antonio Machado Núñez. La adolescencia de
Antonio se ve periódicamente sacudida por muertes cercanas.
Son
los años del primer entusiasmo modernista. Se lee a Salvador Rueda,
a Rubén Darío, al joven Villaespesa. Antonio Machado entra como
meritorio en la compañía teatral de Fernando Díaz de Mendoza, y
logra pequeños auxilios económicos colaborando en el Diccionario de
ideas afines dirigido y compilado por don Eduardo Benot. Consigue un
contrato para trabajar como traductor en la editorial
francesa Garnier
y viaja a París en marzo de 1899. Allí, alojado alojado en el hotel
Médicis -donde se había hospedado Verlaine-, permanece durante unos
meses. Convive con jóvenes escritores y lee a poetas simbolistas
franceses; Moréas,
Paul Fort,
Verlaine. Al volver a Madrid, trabaja de nuevo como actor en la
compañía de Díaz Mendoza, a la vez que prosigue sus estudios hasta
obtener el título de bachiller. Y comienza a escribir.
Durante
esos años han nacido varias revistas literarias, la mayoría
dominadas por la nueva corriente modernista y nacidas gracias al
esfuerzo de jóvenes escritores, como Valle Inclán, Villaespesa,
Baroja o Juan Ramón Jiménez. En una de ellas, bautizada Electra
en homenaje al drama del mismo título de Galdós, publica Antonio
Machado sus primeros versos; nos encontramos en 1901. Al año
siguiente, el poeta pasa otra temporada en París, como canciller del
consulado de Guatemala. Ese mismo año, pero con fecha de 1903, se
publica en Madrid su primer libro: Soledades.
Pronto entabla amistad con Juan Ramón, y ambos adquieren un rápido
prestigio entre los poetas jóvenes del pujante modernismo español.
RICARDO
SENABRE SEMPERE.
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