sábado, 6 de junio de 2015

MADRID ¨FIN DE SIGLO¨


En las tertulias organizadas por doña Cipriana, abuela de los Machados, Manuel y Antonio conocen al gran actor Ricardo Calvo y a sus hijos, y se interesan tempranamente por el movimiento teatral de Madrid, que oscila entre los dramas posrománticos de la escuela de Echegaray y el sainete breve, representado a menudo en lo que se denominaba ¨teatro por horas¨. Los espectáculos teatrales y los taurinos -son los años de gloria de toreros como Lagartijo y Espartero-, así como las verbenas populares, constituyen las diversiones más frecuentes. Los aspirantes a artistas, los escritores, los periodistas tienen también la posibilidad de acudir a cualquiera de las numerosas tertulias que, con carácter abierto, se organizan todos los días en ciertos cafés y que sirven también como lugares de encuentro. Es una de esas tertulias cotidianas, la del café de Fornos, donde Antonio y su hermano Manuel conocen al periodista y autor Enrique Paradas, fundador de una publicación. La Caricatura, en la que muy pronto colaborarán los dos hermanos con artículos de crítica teatral que firman amparándose en diversos seudónimos: Polilla, Cabellera, Tablante de Ricamonte. Los dos Machado frecuentan el mundo de la bohemia madrileña, donde sobresale ya la indiscutible personalidad de un joven llamado Ramón del Valle Inclán.
Poco antes, en 1893, ha muerto don Antonio Machado Álvarez; había ido a Puerto Rico como registrador de la propiedad, en busca de mejor fortuna para sostener a la familia que quedaba en España, y volvió gravemente enfermo para morir en Sevilla, sin tiempo siquiera para llegar a Madrid y sin que sus hijos tuvieran oportunidad de verlo aún vivo. Así evocará Antonio, muchos años más tarde, al inquieto investigador de las tradiciones populares, el gran recopilador de coplas, cuentos orales, acertijos y curiosidades que fue don Antonio Machado Álvarez.

Mi padre, aún joven, lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea
A veces habla solo, a veces canta.

Y en 1895 fallece el abuelo, Antonio Machado Núñez. La adolescencia de Antonio se ve periódicamente sacudida por muertes cercanas.
Son los años del primer entusiasmo modernista. Se lee a Salvador Rueda, a Rubén Darío, al joven Villaespesa. Antonio Machado entra como meritorio en la compañía teatral de Fernando Díaz de Mendoza, y logra pequeños auxilios económicos colaborando en el Diccionario de ideas afines dirigido y compilado por don Eduardo Benot. Consigue un contrato para trabajar como traductor en la editorial francesa Garnier y viaja a París en marzo de 1899. Allí, alojado alojado en el hotel Médicis -donde se había hospedado Verlaine-, permanece durante unos meses. Convive con jóvenes escritores y lee a poetas simbolistas franceses; Moréas, Paul Fort, Verlaine. Al volver a Madrid, trabaja de nuevo como actor en la compañía de Díaz Mendoza, a la vez que prosigue sus estudios hasta obtener el título de bachiller. Y comienza a escribir.
Durante esos años han nacido varias revistas literarias, la mayoría dominadas por la nueva corriente modernista y nacidas gracias al esfuerzo de jóvenes escritores, como Valle Inclán, Villaespesa, Baroja o Juan Ramón Jiménez. En una de ellas, bautizada Electra en homenaje al drama del mismo título de Galdós, publica Antonio Machado sus primeros versos; nos encontramos en 1901. Al año siguiente, el poeta pasa otra temporada en París, como canciller del consulado de Guatemala. Ese mismo año, pero con fecha de 1903, se publica en Madrid su primer libro: Soledades. Pronto entabla amistad con Juan Ramón, y ambos adquieren un rápido prestigio entre los poetas jóvenes del pujante modernismo español.

RICARDO SENABRE SEMPERE.

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