ORTEGA
Y GASSET:
Ortega
siempre ha sido un maestro para mí, y en muchas cosas. Su
clarividencia, a veces obcecada, ha abierto muchos caminos
derechos en España. Él ha unido la base tradicional española
más sólida a la expresión filosófica moderna más alerta y por
eso es un verdadero modernista y un héroe de fronteras. Durante
años y años, ha señalado, en la vida internacional, el cuerpo
de la España viva, y tanto en Europa como en América ha cumplido
su misión sin perder nunca un paso, como no haya sido para
rehacerse o usarlo de trampolín. Ortega se mueve siempre en un
nivel superior; y yo juzgo ante todo a los
hombres por el nivel en que se mueven.
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GINER
DE LOS RÍOS:
La
pedagogía era en Francisco Giner la expresión natural de su
poesía lírica íntima. El
pintor, el músico, el poeta que pudo ser y en otro sentido empezó
a ser o fue,
encontraron en la pedagogía viva el
goce profundo de la belleza pura y de la belleza útil (…)
Al
hombre pleno que tiene ya su vida(...) le
conviene la poesía escrita, la música tocada, el arte visto (…)
Pero en
el mundo existe también el hombre sin destino todavía, o para
siempre sin destino, el niño, el
enfermo, el ciego, por ejemplo. Y para éstos es, además de
escrita, tocada, la poesía no escrita de la cálida pedagogía
lírica.
¡Y
cómo la profesaba, la no escribía, la vivía Francisco Giner!
Verlo entre los niños, con los
desgraciados, los enfermos, los ladistas del camino mayor en suma,
era
presenciar el orden natural de la belleza; el
correr de un agua, el brotar de un árbol, el revolear de un
pájaro. La ocurrencia relampagueante, el color la imagen, la
emoción, el ritmo interior, la creación poética viva, en suma,
salían de su línea de
hombre como una orla de fuego bello. Quien
llegaba a él salía mejorado en algo y contento del todo. Daba
inquietud apacible, dinamismo sereno, fortaleza delicada como
lo mejor y superior a veces en su naturalidad, lo paralelo posible
al hombre, de nuestra naturaleza.
Yo
no me eduqué, no fui discípulo infantil de Francisco Giner, como
algunos han escrito, en la Institución
Libre.
Lo conocí a mis 21 años. Y aprendí entonces en él, en
su acción de educar a los niños, parte de lo mejor de mi poesía;
presencié en el jardín, en el comedor, en la clase, el
bello espectáculo poético de su pedagogía íntima; un fruto ya
sin árbol, maduro y lleno de semilla. La
realización no imaginativa, personal de la poesía; en el amor,
en la religión, en la educación. Un buen empleo para poetas
porque encontrarán en su desempeño inspiración principio y
utilidad fin.
(A.
del Villar: El andarín de su órbita.)
RICARDO
SENABRE SEMPERE.
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domingo, 11 de octubre de 2015
ADMIRACIONES DE JUAN RAMÓN.
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