martes, 13 de octubre de 2015

DEL CAMINO. PRELUDIO.

XXI
   Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...
...¡Mi hora! -grité-... El silencio
me respondió: -No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.
   Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja,
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.

ANTONIO MACHADO.

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